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Opinión: El litio en Chile, una arista más del mal desarrollo

Si bien el gobierno de Gabriel Boric se presentaba como ecológico, recientes decisiones sobre la explotación del litio sugieren lo contrario, según la especialista en ambiente Pamela Poo
<p>Piscinas de evaporación de litio en el desierto de Atacama, Chile. Hay unos 60 salares en el país, pero sólo el 30% están protegidos (Imagen: Freedom Wanted / Alamy)</p>

Piscinas de evaporación de litio en el desierto de Atacama, Chile. Hay unos 60 salares en el país, pero sólo el 30% están protegidos (Imagen: Freedom Wanted / Alamy)

La intensidad de la crisis climática y ecológica es cada vez más evidente. Olas de calor abrasadoras, sequías implacables, inundaciones devastadoras, fenómenos polares extremos e incendios forestales, entre otros eventos climáticos, resultan de actividades económicas como la deforestación, la explotación excesiva de minerales y la expansión de la agroindustria. Estos fenómenos mantienen a la humanidad en un estado de preocupación constante, dada la alarmante perspectiva que se vislumbra si continúa el aumento de la temperatura global del planeta.

El consumo desmedido, principalmente de los países más ricos del planeta y respaldado por los Estados que no impulsan medidas ambiciosas en su contra, es una causa de toda esta destrucción. Es por esta falta de acción que nos encontramos cercanos al punto de inflexión, producto de la inercia y a la escasa voluntad política de avanzar e implementar medidas que respeten los límites planetarios y que desmantelen el mal desarrollo, basado en una lógica económica infinita centrada en un antropocentrismo y utilitarismo de la naturaleza que no logra saciar las demandas de un sistema económico que persiste en su afán destructivo.

Ante el escenario descrito, Chile se percibía como una esperanza, cuando el recién arribado gobierno de Gabriel Boric se presentaba como un gobierno ecológico. Una de sus consignas ―”si Chile fue la cuna del neoliberalismo, también será su tumba”― proponía un relato que abogaba una forma diferente de hacer las cosas y de relacionarnos con la naturaleza. Lamentablemente casi dos años después, queda poco de esa lema. De hecho, la profundización del extractivismo y de actividades intensivas a lo largo y ancho del país están a la orden del día, siendo el litio un ejemplo destacado de esta tendencia.

En la actualidad, la explotación de este mineral y las propuestas relacionadas no abordan los escenarios previamente descritos. La política gubernamental respecto al litio busca expandir la frontera extractiva de este mineral. Aunque en la nueva estrategia gubernamental sobre el litio se proponen estudios sobre los salares, estos deberían preceder cualquier decisión de explotación. Además, se promueve el uso de nuevas tecnologías, pero, independientemente de la propuesta, no se garantiza la sostenibilidad real de estos ecosistemas, dada su fragilidad.

En última instancia, la prioridad es la extracción; de hecho, de los aproximadamente 60 salares en Chile, sólo un 30% se destina a la protección, y muchos de los restantes son blanco de explotación. Es una medida totalmente regresiva ambientalmente y cabe preguntarse: ¿Cuál salar merece ser conservado y cuál no? ¿Quién realmente puede jugar a ser dios? La verdad es que, ante la envergadura de la crisis climática y ecológica, no se puede prescindir de ningún ecosistema, nuestra vida depende de ello y continuar en dicha senda sólo es avanzar en el mal desarrollo.

Por otra parte, la política del litio del gobierno de Boric en Chile estimaba elementos sociales, ambientales y económicos al crear un instituto de investigación sobre salares y establecer un diálogo con ONG y expertos, entre otras medidas. Pero estos avances han quedado a un lado tras la firma en diciembre de 2023 del memorándum de entendimiento entre la empresa estatal Codelco y el conglomerado minero SQM que contempla la extracción conjunta de litio en el Salar de Atacama. El memorándum se enmarca en la lógica extractiva del siglo XX, con asociaciones previstas a largo plazo, sin considerar las crisis climática y socioeconómica ni abordar una perspectiva ética. Las comunidades indígenas, por ejemplo, afirman no haber sido consultadas sobre la iniciativa.

Una persona con casco al lado de una máquina en una fábrica de carbonato de litio
Producción de carbonato de litio por el conglomerado minero SQM. Desde diciembre pasado, SQM tiene derechos exclusivos para explotar litio en el Salar de Atacama hasta 2030 (Imagen: Lucas Aguayo Araos / Alamy)

Involucrar a SQM, que tiene un historial de financiamiento irregular, contradice la supuesta transformación del gobierno en la gestión de estos recursos, y de la política en general. Además, al ser firmado por entidades privadas, el memorándum desconoce un elemento clave de la política del litio, que originalmente buscaba establecer una empresa nacional del mineral, y que el Estado tuviera un rol más fuerte. En este nuevo acuerdo, la empresa privada, SQM no sólo mantiene los derechos exclusivos para explotar el salar hasta 2030, sino que está previsto que duplique la extracción de 2031 a 2060. Esta ampliación tendrá un impacto significativo en la dinámica entre el salar y las especies que lo habitan.

Hoy en día, hay narrativas en disputa y presiones globales en torno al litio y otros minerales. La estrategia del capitalismo verde busca posicionar una nueva narrativa, enfocada en reducir emisiones, sin modificar los consumos del norte global. Esto coloca una presión adicional sobre los recursos naturales del sur global, sin respetar los límites planetarios. La nueva narrativa nos impone la idea de que debemos cooperar para salvar el mundo de manera individual, aunque esta realidad dista de ser auténtica. La crisis ecológica intensifica la climática, y sin cambios en los patrones de consumo, la renovación tecnológica no logrará una transición genuina.

El imperativo de un recambio tecnológico es innegable, pero la estrategia no puede ser a cualquier costo. En la actualidad, prima la lógica de vender al mejor postor, sin compromisos reales que mejoren los escenarios; por el contrario, nos enfrentamos a un mundo cada vez más desafiante y propenso a la escasez. Si el siglo XX fue marcado por la abundancia, el siglo XXI parece dirigirse inexorablemente hacia la escasez.

Sin cambios en los patrones de consumo, la renovación tecnológica no logrará una transición genuina

Es importante señalar que no se aboga por la eliminación de la minería, aclaración que suelo hacer con frecuencia. Lo que propongo es simplemente que no se amplíe la actual frontera minera, que ya es considerable. La minería debe adoptar una perspectiva ecosistémica y generacional. En el caso del litio, los salares y las especies que los habitan tienen el derecho fundamental a existir, al igual que las generaciones futuras tienen el derecho de conocer y disfrutar de estos ecosistemas.

Finalmente, es esencial avanzar en medidas económicas que promuevan soluciones basadas en la naturaleza ―como la forestación y la agricultura regenerativa―, la adaptación y la resiliencia. Considerar estos aspectos es crucial si aspiramos a dar un giro al mal desarrollo y construir un futuro más sostenible.