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Cómo el aumento de consumo de café en China impacta en Brasil

El cultivo de café en Brasil para exportar a China no causa deforestación, pero el uso excesivo de agrotóxicos sigue siendo un desafío
<p>La mayor parte del café brasileño es destinada a la exportación. (Foto: Sarita Reed)</p>

La mayor parte del café brasileño es destinada a la exportación. (Foto: Sarita Reed)

Poco a poco, el café está conquistando China. Son apenas seis pocillos de café al año por habitante (en promedio, el brasileño consume una cifra casi 70 veces mayor que esa). Sin embargo, con un aumento de casi el 18% anual en el consumo, el potencial del mercado es gigantesco. Brasileños que exportan café estiman que, en los próximos años, 650 millones de chinos se transformarán en consumidores de café, un número tres veces mayor al total de la población brasileña.

10%


de las importaciones de café de China provienen de Brasil

Actualmente China produce café en la provincia de Yunnan, donde la superficie plantada aumentó más que el triple en los últimos diez años. Pero la creciente demanda, cuyos datos fueron relevados por la Consultora Daxue, hace que los chinos se vean obligados a importar más del 50% de lo que se consume en el país.

Hoy en día, Vietnam e Indonesia son los principales exportadores de café de China. Brasil aparece en tercer lugar, con un 10% de las importaciones -en cinco años, las exportaciones aumentaron más que el doble, ya que saltaron de aproximadamente 85 mil bolsas de 2015 para 171 mil en 2019. La epidemia de coronavirus hizo que cayeran las exportaciones 10% en lo que va del año, pero, de acuerdo a los productores, esto no debería afectar la tendencia en alza.

Contrariamente a lo que sucede con los mercados de la soja y la carne, en el sector del café hace 20 años que se discuten y emplean prácticas sostenibles, según explica Luis Fernando Guedes Pinto, gerente de políticas públicas del Imaflora.

“Está una o dos generaciones a la vanguardia comparando con otros commodities en Brasil y a nivel mundial en relación a la sostenibilidad”, afirma.  “Desde el punto de vista de la deforestación, el café no representa ninguna amenaza.”

Pero el sector no es inmune a producir daños en el medio ambiente. Debido a la producción intensiva, en su mayoría de monocultivo, el principal impacto ambiental del café está relacionado con los agrotóxicos, como explica Letícia Rodrigues da Silva, ex-Gerente de Normalización y Evaluación de la Agencia Brasileña de Vigilancia Sanitaria (Anvisa).

“Cuando plantamos en grandes labranzas, tiende a haber una mayor propensión a las plagas y en consecuencia a usar más agrotóxicos”, comenta.

El café en China

El cambio se dio en 1999, cuando la cadena internacional de cafeterías Starbucks inauguró su primera tienda en China. Actualmente hay más de 4.100 unidades en el país, y ocupa el segundo lugar en el número de filiales que la marca posee en todo el mundo, detrás de Estados Unidos. En 2017 surgió una alternativa local, la cadena Luckin Coffee. La empresa china ya cuenta con casi 2.400 tiendas, abre de 200 a 300 nuevas unidades por mes y ya cotiza en la Bolsa de Nueva York.

El cambio ocurrió a partir de la apertura de la economía del país. “China sigue siendo un país centrado en el cultivo del té, sin embargo, muchos estudiantes y trabajadores que han tenido experiencias internacionales retornaron al país habiendo adquirido el hábito de tomar café”, explica Sofya Bakhta, analista de marketing de la consultora china Daxue.

coffee plantation in Brazil
Una plantación de café en Domingos Martins, Espírito Santo, Brasil (foto: Vinícius Fontana)

Si actualmente el café es un cultivo organizado que en general cumple con los reglamentos ambientales, históricamente el grano, nativo de África, ha sido uno de los mayores vectores de deforestación de la Mata Atlántica. Hoy en día, el bioma representa apenas un 7% de su cobertura original, dado que el café fue el principal cultivo responsable por la tala de la mata en la región del Sudeste brasileño, sobre todo a fines del siglo XIX y comienzos del XX.

En la actualidad, las propiedades rurales que poseen plantaciones de café en la región Sudeste deben mantener entre un 20 y 35% de reserva legal. El grano también se produce en la Amazonia, principalmente en el estado de Rondonia, donde la protección varía en porcentajes que van del 50 al 80% de la superficie total de las propiedades.

Si un producto se encuentra en evaluación por un período de cuatro años, este puede ser autorizado, y eso puede generar riesgos para la salud pública

Una gran parte de esas propiedades mantienen un porcentaje de reserva mayor al que exige la ley, lo que daría margen para que los propietarios reemplacen esas áreas verdes por plantaciones de café, en el caso de que tengan que aumentar la demanda. Sin embargo, para Nelson Carvalhães, presidente del Consejo de Exportadores de Café de Brasil (Cecafé), ese riesgo no existe, dado que el objetivo de los cafeicultores no es aumentar la superficie y sí la productividad.

“Hace 30 años, Brasil tenía 6 millones de hectáreas plantadas y cosechaba 17 millones de bolsas. Actualmente plantamos 2,1 millones y producimos más de 60 millones de bolsas”, afirma.

Por estar muy orientado hacia la exportación, una gran parte del café brasileño posee certificación, es decir, posee controles externos, con el fin de cumplir con los criterios de las buenas prácticas. El sistema de certificación prohíbe, por ejemplo, la utilización de mano de obra esclava en las labranzas y la utilización de agrotóxicos peligrosos.

Pero, a pesar de las certificaciones, el café todavía es uno de los cultivos donde más se encuentran trabajadores en una situación similar a la esclavitud. En 2019, 106 trabajadores del sector fueron rescatados. Apenas la industria del carbón vegetal presentó un número más elevado de rescatados (121).

El café orgánico aún es incipiente

A pesar de la evolución tecnológica que experimentó el sector, dicha evolución no ocurrió para que el cultivo se librara de los agrotóxicos. Las iniciativas de plantar café orgánico todavía son muy incipientes.

Una investigación realizada por la Confederación de Agricultura y Ganadería de Brasil (CNA) en 2018 señaló que el 88% de los cafeicultores informaron que utilizan algún tipo de agroquímico en sus labranzas.

A lo largo de los años, el número de productos autorizados para producirse con técnicas de agricultura orgánica vienen creciendo (de tres en 2011 a 12 en 2019), pero el número de pesticidas tóxicos aumenta mucho más velozmente.  En general, la cantidad de registros de agrotóxicos viene aumentando en Brasil. En 2015, fueron autorizados 139 productos, mientras que en 2019 el número creció para 474.

131


pesticidas aprobados para su uso en el café en Brasil se consideran extremadamente tóxicos para la salud humana.

Según datos suministrados por el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Abastecimiento, 2.263 productos fueron registrados para ser utilizados en el cultivo del café. De ese total, 82 son considerados como altamente peligrosos y 1.012 como muy peligrosos para el medio ambiente. En lo que respecta a la salud humana, 131 son considerados como altamente tóxicos.

A pesar de que el número de productos incluidos en el mercado no necesariamente puede significar que haya más riesgos, algunos han sido aprobados luego de no haber sido analizados suficientemente por la Anvisa, luego de que la Ley de Libertad Económica permitió que cualquier producto pudiera entrar al mercado brasileño si el proceso de análisis realizado por el gobierno sufría demoras.

“Si un producto se encuentra en evaluación por un período de cuatro años, este puede ser autorizado, y eso puede generar riesgos para la salud pública”, alerta Rodríguez Silva, ex-gerente da Anvisa,

Por eso es esencial adoptar buenas prácticas en la utilización de agroquímicos. “Si no se utilizan en forma adecuada, si no evitamos el uso de agrotóxicos más tóxicos, estos pueden representar una amenaza para la biodiversidad y para el agua, mediante contaminación de cuerpos de agua, ríos, nacientes”, afirma Guedes Pinto.