Alimentos

El opaco proceso de los frigoríficos en Brasil que exportan carne a China

Registro de frigoríficos es atravesado por presiones político-económicas en Brasil, mientras se ignoran exigencias ambientales y la ganadería impulsa la deforestación en la Amazonia
<p>Un frigorífico de carne del estado de Mato Grosso: estados de la Amazonia albergan casi la mitad de las plantas autorizadas para exportar hacia China de Brasil (imagen: Alamy)</p>

Un frigorífico de carne del estado de Mato Grosso: estados de la Amazonia albergan casi la mitad de las plantas autorizadas para exportar hacia China de Brasil (imagen: Alamy)

Un grupo de políticos y de representantes de frigoríficos del estado de Pará están apiñados alrededor de una mesa en cuyo centro se observan carnes bien envasadas. En la sede del actual gobierno del estado, en Belém, posaban para la foto oficial del anuncio que difundía la lista de los cuatro primeros frigoríficos de carne del estado de Pará que fueron habilitados para exportar hacia China continental, en septiembre de 2019.

“Poder ingresar al mercado chino es algo que los frigoríficos de nuestro estado venían pidiendo desde 2011”, explicó en esa ocasión el gobernador Helder Barbalho.

La foto representaba la culminación de décadas de progresiva expansión ganadera que transformaron al estado de Pará en recordista dentro de Brasil: se trata de 20,6 millones de cabezas de ganado, o 2,5 por habitante.

El festejo desentonaba con la tragedia que el estado incrustado en el corazón de la Amazonia había vivenciado un mes antes. En agosto de aquel año, la región había sido escenario de una temporada de quema de pastos (“queimadas”) que chocó a todo el mundo, en una curva de destrucción que se mantiene en 2020. En aquel momento, Barbalho explicó que se trataba de una “quema de bosques para hacer pastizales”. El estado de Pará también se transformó en recordista en deforestación.

Pero la devastación ambiental no hizo mella en los recientes acuerdos de venta de carne que se realizaron entre Brasil y China. Tal como demuestran los requerimientos, audiencias y protocolos que analizó Diálogo Chino, el largo proceso de habilitación de frigoríficos deja de lado las exigencias ambientales, ha sido invadido por presiones políticas y económicas y se basa casi exclusivamente en estándares sanitarios.

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de los 22 frigoríficos de carne vacuna habilitados por los chinos, 14 están ubicados en la Amazonia

Desde 2019 hasta el momento, los chinos habilitaron un total de 22 nuevos frigoríficos de carne vacuna, 14 de los cuales están ubicados en la Amazonia. Actualmente el bioma alberga 77, es decir, casi la mitad de las plantas autorizadas para exportar hacia China del país, lo que constituye un proceso que preocupa a ambientalistas.

“Se deberían implementar en forma obligatoria criterios claros de deforestación y de respeto a los derechos territoriales indígenas y comunitarios para las exportaciones de carne brasileña, en particular la que se origina en los biomas que están siendo atacados”, responde Adriana Charoux, vocera de la campaña de la Amazonia de Greenpeace.


Los ganaderos compiten por el mercado chino

Las habilitaciones internacionales continúan bajo la égida de las negociaciones bilaterales y obedecen a criterios técnicos propios de cada país. En el caso de China, existen dos vías regulatorias: una corresponde a Hong Kong y la otra a China continental, administración central de ese país.

Hong Kong importa carne brasileña desde hace dos décadas, aunque con una demanda limitada y de bajo valor agregado, según afirma Thiago Bernardino, investigador en ganadería del Centro de Estudios Avanzados en Economía Aplicada.

En lo que respecta a la administración central, recientemente aumentó la demanda, impulsada por los cambios en los estándares de consumo, la guerra comercial contra los EE.UU. y principalmente por el impacto causado por la peste porcina africana. Contrariamente a lo que sucede en Hong Kong, esto posibilita que los productores accedan a todas las provincias para atender un apetito por carne de mayor valor agregado.

“El mercado de China está requiriendo carne cada vez de mejor calidad”, explica Bernardino, “por la cual paga un precio adicional”.

Para vender al exterior o a escala nacional, el frigorífico debe poseer un registro expedido por el Servicio de Inspección Federal (SIF). Para obtenerlo necesita, entre otros documentos, de la licencia ambiental para operar, la única exigencia ambiental del proceso, que certifica la gestión de residuos y del agua, además de un plan contra los ruidos molestos y el tránsito en la vecindad.

A pesar de que los frigoríficos registrados deben pasar por continuas inspecciones, la función del agente no es monitorear la renovación de la licencia o los eventuales embargos.

Esto representa un peligro para el aumento de la deforestación de la Amazonia.

Una vez que obtiene el SIF, el frigorífico también debe obtener la habilitación del país comprador y un certificado sanitario internacional.

Conforme dicta la tradición liberal, Hong Kong posee reglas menos rígidas y sigue protocolos vigentes de los países exportadores. Es decir, los frigoríficos registrados en Brasil están autorizados para candidatearse a convocatorias directas para exportar, sin la mediación del gobierno brasileño.

Los requisitos de Hong Kong, que exigen una carta del Ministerio de Agricultura (MAPA), apenas requieren que el producto sea apropiado para el consumo, que no posea contaminantes o substancias prohibidas, que haya sido sometido a inspecciones y que provenga de fincas registradas.

En China continental, las autoridades regulan la apertura de vacantes con más criterio, envían misiones de auditoría a las plantas de los países de su interés y/o reciben una lista de recomendaciones del gobierno local para su análisis.

La administración central exige que tanto los frigoríficos como el gobierno brasileño respondan y respalden cuestiones relacionadas con la capacidad de producción y con las condiciones sanitarias de los animales y las instalaciones. Por ejemplo, en un formulario, se requiere información sobre los veterinarios que se encargan de la inspección; las potenciales fuentes contaminantes del entorno de la planta; la posibilidad de que exista riesgo de contaminación cruzada en el interior de la fábrica; la limpieza de las instalaciones, su almacenamiento y transporte; el tratamiento del agua que se utiliza en la producción, entre otros aspectos similares.

Además de garantizar el estándar de calidad del producto, el empresario debe poseer capacidad de provisión. “China es un gigante en términos de consumo y ellos necesitan volumen”, comentó Jean Manfredini, agregado agrícola en Pekín.

Por lo tanto, poseer un registro en China continental expande el acceso de los frigoríficos hacia un mercado “efectivamente infinito”, según explica Philip Fearnside, una de las autoridades que realizan estudios sobre el tema. “Esto representa un peligro para el aumento de la deforestación de la Amazonia.”

Aerial view of a fire in the Jaci-Paraná Extractive Reserve, in Porto Velho, Rondônia state, Brazil
Quema en la Reserva Extractiva de Jaci-Paraná, en Porto Velho (Imagen: Christian Braga / Greenpeace)

Descontrol en la cadena de producción

En el registro, Hong Kong y China también solicitan una breve descripción de la trazabilidad del ganado vacuno, es decir, los datos de las fincas que proveen animales vivos a los frigoríficos. El objetivo es garantizar la calidad sanitaria desde el origen de la cabeza, pero, si se la refuerza, podría servir como una herramienta contra la compra de animales de establecimientos en los cuales se lleva a cabo deforestación en forma ilegal.

“Los grandes empacadores de carne ya se están moviendo hacia eso”, dijo Bernardino, el investigador de ganado, señalando las recientes promesas de Marfrig y JBS de rastrear todas sus cadenas de suministro. Pero, sobre el tema de agregar más protocolos ambientales, dijo, “tendría que haber demanda sobre los empacadores de carne por parte del consumidor y del lado minorista para esta información y luego presión para cambiar el sistema”.

75%


la proporción de tiempo de vida que pasa una vaca en los pastos, que trabajan como proveedores indirectos, por lo que los frigoríficos controlan menos las irregularidades ambientales

Actualmente el gobierno brasileño monitorea el tránsito de animales mediante formularios obligatorios, mientras que la industria cárnica fiscaliza a los proveedores mediante satélites y auditorias. Además, uno de los obstáculos principales es el control del lavado de ganado, el rastreo de las miles de fincas intermediarias proveedoras de cabezas de ganado del frigorífico, pero hacia otras fincas.

En Brasil, el animal pasa hasta un 75% de su vida en pastizales que funcionan como proveedores indirectos de los frigoríficos y que podrían llegar a cometer delitos ambientales tales como la deforestación ilegal y la venta de títulos de propiedad falsos de terrenos, denominada “grilagem” en portugués.

La Unión Europea, un organismo considerado como más rígido, impone exigencias más amplias con respecto a la trazabilidad del ganado. Una circular de MAPA dirigida a inspectores detalla los requisitos del bloque, que deben comenzar en el transporte y recepción de los animales, pasando por las etapas de producción y finaliza cuando el producto está listo para ser exportado. El bloque solamente compra de determinadas regiones, Pará y otros estados de la Amazonia están excluidos.

Aun así, no es suficiente. Un estudio publicado en la revista Science reveló que por lo menos el 17% de las exportaciones de carne vacuna de biomas amenazados hacia la UE podrían tener rastros de deforestación ilegal.

Presiones políticas y económicas

La industria cárnica brasileña ya ha tenido que enfrentar problemas ocasionados por regulaciones dudosas. En el período que va de fines de los años 1990 a inicio de los años 2000, hubo brotes de fiebre aftosa que provocaron que algunos estados productores sufrieran bloqueos, lo que en cierto modo impulsó a los frigoríficos de la Amazonia que todavía estaban libres de la enfermedad.

No obstante, recientemente, en 2017, la operación “Carne Fraca” (carne débil) denunció la existencia de inspectores que actuaban en connivencia con el sector de la comercialización de carne que no reunía las condiciones para exportación. El episodio afectó la credibilidad del servicio federal, provocó embargos internacionales y retardó la obtención del registro para exportar hacia China. En esa época, ante la crisis, MAPA extremó el control regulatorio y contrató más inspectores.

En 2018 se retomaron las tratativas, cuando una misión china inspeccionó 11 de las numerosas plantas recomendadas por Brasil. El resultado significó un nuevo baldazo de agua fría.

“[Los chinos] hicieron un informe que no fue muy favorable, en el cual uno fue excluido y los otros diez fueron duramente cuestionados”, afirmó Tereza Cristina, ministra de Agricultura, en una audiencia pública. Además, afirmó que “La repercusión negativa incendió el mercado”.Cresceram novamente as incertezas de acordo e acirraram-se as disputas do setor. Enquanto isto, a ministra agendava para meados de 2019 uma expedição pela Ásia para tentar desfazer a imagem de desorganização deixada pelo Brasil.

80%


de los frigoríficos autorizados para exportar hacia China no pertenecen a las tres grandes empresas del sector

Las incertidumbres sobre el acuerdo volvieron a crecer y aumentaron las disputas del sector. Mientras tanto, la ministra agendaba para mediados de 2019 una expedición por Asia para tratar de cambiar la imagen de desorganización que Brasil había dejado.

El estado de Pará estaba dispuesto a luchar por un lugar, algo inédito para la región. Resolvió algunos pendientes internos relacionados con la licencia ambiental y mejoró el monitoreo del ganado, aunque yendo más allá de lo necesario. Y comenzó a negociar en forma política. En ese ínterin, el gobierno visitó la capital más de diez veces y llevó a ganaderos al gabinete de la ministra para mediar por la inclusión de las plantas paraenses.

Dos diputados federales, Fausto Pinato (PP), presidente de la Comisión de Agricultura de la Cámara, y el paraense Cristiano Vale (PL), enviaron requerimientos le pedían transparencia al ministerio sobre los requisitos para exportar carne desde Pará hacia China.

Si China dice, ‘quiero un protocolo ambiental’, habrá que tenerlo.

Un video de una reunión a puertas cerradas que se llevó a cabo en abril de 2019 expuso obstáculos en la mediación del gobierno para incluir frigoríficos de menor porte, cuyas actividades son sometidas a controles menores entre los exportadores. La ministra se quejaba del lobby que ejercía el sector y de la falta de cuidado que había en lo que tenía que ver con la provisión de información a los chinos.

“¿Sabe qué sucede entonces?,” les dijo la ministra a los presentes. “Dejen que los grandes [frigoríficos] vayan y negocien allá [en China].”

Aproximadamente el 80% de los frigoríficos autorizados para exportar hacia China no pertenecen a las tres grandes empresas del sector, JBS, Marfrig y Minerva. Pero, en volumen de exportación, JBS exportó más del 30% del total que se envió hacia Hong Kong en 2017.

Intereses privados

No es raro que los políticos sean criticados por sus relaciones con el agronegocio. Al gobernador Barbalho y a su padre, el ex senador Jader Barbalho, se los investiga por recibir donaciones supuestamente ilegales de JBS en 2017. Helder también fue propietario de empresas que actúan en el agronegocio.

Vale es ganadero y ha declarado bienes por casi R$ 1 millón, de los cuales R$ 145 mil están divididos en 7 fincas, incluyendo un terreno de 250 hectáreas “que no posee documentación, y cuya regularización está pendiente”.

Entre tantos intereses, la discusión sobre la preservación ambiental pasó lejos del registro de frigoríficos de la Amazonia.

“Por supuesto que el medio ambiente es una prioridad”, afirma Pinato. “Pero siempre tratamos de equilibrar la balanza, respetando la legislación, con una posición bastante moderada. Es decir, sin perjudicar el crecimiento económico de las exportaciones”.

Acuerdo cerrado

El 22 de mayo de 2019 la ministra traía la noticia de que su comisión había sido bien aceptada por los chinos y que faltaba poco para definir la lista.

“Acabo de llamar a todo el sector, están todos en el Ministerio de Agricultura, con jet lag, pero hay que hacer la reunión hoy, para definir cuál será el número de plantas”, explicó Teresa Cristina. “Lo van a decidir los establecimientos y el propio sector”.

Finalmente, cuatro meses más tarde, se difundieron las plantas que obtuvieron el registro: 17 de carne vacuna, además de seis de carne aviar, una de carne porcina y una de carne de asno. En octubre, China y Brasil firmaron protocolos sanitarios para que también se pueda exportar carne termoprocesada. Y, en noviembre de 2019, se habilitaron 13 frigoríficos más, de los cuales cinco son de ganado vacuno.

No observamos que las empresas implementen medidas de restricción de compras o que utilicen criterios más rigurosos para la compra.

Mientras anunciaba la victoria, en Belem, el diputado Cristiano Vale ya miraba hacia adelante: “Estoy seguro de que va haber más plantas [habilitadas], dado el potencial que este estado posee para absorber ese mercado”.

China continental flexibilizó la inspección de las plantas brasileñas, que a partir de este año pasaría a realizarse mediante videoconferencia. Pero la eclosión del coronavirus paralizó las nuevas aprobaciones , y seis frigoríficos exportadores llegaron a ser embargados.

Aun así, los ganaderos paraenses ya sintieron el peso del mercado chino en la salud de su negocio. A partir del momento en que solamente cuatro plantas fueron habilitadas, China continental se transformó en la mayor compradora del estado de Pará: hacia el mes de junio, se habían exportado 22.500 toneladas de carne vacuna.

Durante el mismo mes, el estado se encontraba primero en el ranking de deforestación de la Amazonia brasileña: se perdieron 152 mil quilómetros cuadrados de bosque, una superficie cercana al tamaño de un país como Túnez. Para Charoux, de Greenpeace, el clima era de frustración.

“A pesar de que el estado concentra una porción significativa de la superficie sometida a deforestación”, lamentó, “no observamos que las empresas implementen medidas de restricción de compras o que utilicen criterios más rigurosos para la compra”. 

Bernardino, investigador de área de ganadería, afirma que actualmente China está más interesada en el precio que en el medio ambiente, pero que los ganaderos siguen al mercado chino con lupa.

“Si preguntas en el mercado, ¿cuál es el temor hoy en día? La respuesta es: que China deje de comprar”, afirma. “Si China dice, ‘quiero un protocolo ambiental’, habrá que tenerlo”.

Leonardo Coelho y Manuela Andreoni participaron del reportaje de este artículo