Agricultura

La ganadería en Argentina busca un horizonte más sustentable

Uno de los sectores que más emisiones genera quiere reducir su impacto ambiental con un mayor nivel de productividad y trazabilidad
<p>Vacas pastando cerca de Villaguay, Entre Ríos. Algunos en el sector ganadero sugieren que el pastoreo puede ayudar a secuestrar suficiente carbono en los suelos para compensar las emisiones de los animales. (Imagen: Jose Luis Raota, EyeEm / Alamy)</p>

Vacas pastando cerca de Villaguay, Entre Ríos. Algunos en el sector ganadero sugieren que el pastoreo puede ayudar a secuestrar suficiente carbono en los suelos para compensar las emisiones de los animales. (Imagen: Jose Luis Raota, EyeEm / Alamy)

En una era de crisis climática y con parte de los mercados internacionales en búsqueda de alimentos con garantía y verificación de sustentabilidad, la ganadería argentina busca mejorar sus niveles de productividad y trazabilidad como forma de reducir su impacto ambiental.

El sector ganadero nacional contribuye en un 20,7% a la generación total de gases de efecto invernadero en Argentina, en su mayor parte provocados por las emisiones provenientes de la fermentación entérica de bovinos,un proceso de digestión en las vacas a partir del cual se expulsa el subproducto del metano. Sólo es superado por el sector energético, con el 54% de emisiones.

Técnicos y analistas de mercado admiten que hay cosas por mejorar en el sector ganadero, pero aseguran que la ganadería argentina no sólo no es una gran emisora, sino que podría convertirse en un sector neutro o incluso con un impacto positivo.

Para ello, piden que se revisen las metodologías utilizadas para calcular las emisiones de Argentina y se contabilice a favor el carbono capturado en praderas y pastizales, sobre los cuáles se realiza la mayoría de la producción nacional.

Esto, sin embargo, es cuestionado por organizaciones ambientalistas, que señalan a la ganadería como la actividad responsable de la deforestación en las provincias del norte del país, especialmente desde 2010. Queda mucho camino por recorrer para que la actividad sea catalogada como sustentable, dijo Greenpeace.

Los bosques, así como los humedales, son importantes reservorios de dióxido de carbono, uno de los principales gases que causan el calentamiento global. A nivel mundial, se estima que cerca del 20% de las emisiones globales se originan en el desmonte.

La ganadería en Argentina

El ganado argentino ronda los 52 millones de cabezas, según datos del Instituto de la Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA). Existen unas 130.800 explotaciones dedicadas a la producción bovina, según el último Censo Nacional Agropecuario.

52 millones


La cabeza de ganado estimada en Argentina

El informe “Carne Argentina, carne sustentable” publicado este año por el IPCVA especifica que más de la mitad del rodeo bovino se concentra en las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, la región núcleo agropecuaria argentina. Las pasturas en esa región son la base de más del 50% de la producción de carne del país.

Argentina produjo en 2020 unas 3,17 millones de toneladas de carne, de las cuáles se exportaron 900.700 toneladas, el 75% a China. Este año, en los primeros tres meses -antes de cinco meses de limitaciones y prohibiciones a las exportaciones– China se mantuvo como el principal destino, con 109.000 toneladas, seguido por Israel con 11.000 toneladas y Chile con 8.300.

Adrian Bifaretti es ingeniero agrónomo y dirige el departamento de Promoción Interna del IPCVA. En su opinión hay mercados de exportación “maduros” en términos de sustentabilidad como los europeos o, en parte, el estadounidense, donde la exigencia de ciertos estándares “se ve cada vez con más fuerza”.

Sin embargo, a nivel del mercado interno argentino, que consume el 70% de la producción de carne, ese perfil de consumidor aún no está instalado. “Son algunos mercados internacionales los que exigen estándares ambientales, por ahora los compradores argentinos no piden eso”, señaló Pablo Preliasco, responsable del programa de ganadería sustentable de la Fundación Vida Silvestre Argentina.

En China, la consolidación de tendencias de consumo sustentable está apalancada en las generaciones más jóvenes, preocupadas tanto por la trazabilidad como por los estándares de salubridad de los alimentos. La franja de entre 20 y 29 años es la que más muestra interés en ello.

Para Fernando Vilella, director del programa de agronegocios y alimentos de la Universidad de Buenos Aires (UBA), si bien el porcentaje de la población china que demanda carnes de alta calidad es todavía pequeño, el surgimiento de nuevos consumidores jóvenes más exigentes puede cambiar el escenario.

“Eso precisa una respuesta de nuestra ganadería de exportación, que debe avanzar hacia esquemas de certificación y trazabilidad de esos productos”, agregó Vilella. “La ganadería debe construir una marca país asociada a una producción de bajo impacto ambiental”.

Deforestación y malas prácticas

Organizaciones ambientalistas señalan a la ganadería como la mayor responsable de la deforestación “nueva” en Argentina, concentrada en cuatro provincias del norte: Formosa, Salta, Santiago del Estero y Chaco.

Así lo explicó Hernán Giardini, coordinador de la campaña de Bosques de Greenpeace: “Hoy la ganadería es la principal causa de deforestación en el país y desde 2010 se desmontó más por ganadería que por soja. Cuando vemos los pedidos de desmonte en el Gran Chaco hay más para ganadería que para agricultura”.

La ganadería es la principal causa del desmonte, así como fue la soja en los años 90 y principios de los 2000

Desde Greenpeace señalaron otros problemas ambientales como la carne producida en corrales. Sostienen que, en este método, la alimentación de los animales está vinculada con los cultivos transgénicos y otras prácticas no sustentables, como el confinamiento animal y la contaminación del agua y de los suelos.

“La ganadería no es sustentable en Argentina en la mayoría de los casos, es mentira que no genera deforestación”, dijo Giardini. “En la actualidad es la principal causa del desmonte, así como fue la soja en los años 90 y principios de los 2000” .

En el informe anual 2020 de Greenpeace sobre deforestación en el norte de Argentina se menciona que en la última década esa práctica “fue la principal fuente de emisiones de carbono del norte argentino”. El documento señala que en 2019 se desmontaron unas 80.938 hectáreas. En 2020, año de la pandemia, esa superficie creció hasta las 114.716 hectáreas con emisiones de más de 20 millones de toneladas de CO2 equivalente.

Sin embargo, los observadores pueden entusiasmarse con los anuncios hechos en la cumbre climática COP26 de la ONU en Glasgow, incluida la Declaración de los líderes de Glasgow sobre los bosques y el uso de la tierra, de la que Argentina fue signataria, que se compromete a detener y revertir la pérdida de bosques para 2030. Además, ocho instituciones financieras se comprometieron a brindar 3 mil millones de dólares en financiamiento para la producción de ganado libre de deforestación en América del Sur, bajo la iniciativa Finanzas Innovadoras para la Amazonía, Cerrado y Chaco (IFACC).

Emisiones, un punto clave

¿Está la ganadería argentina preparada para satisfacer nuevos estándares de mercados de exportación? Según Bifaretti del IPCVA la respuesta es positiva.

“Nuestro sistema de pastizales naturales tiene gran capacidad para almacenar carbono y, bien medido, se almacena más de lo que se emite”, dijo Bifaretti. Ahí hay una pelea de sentido y de comunicación que la ganadería nacional debe disputar con sustento científico”.

Para el sector ganadero, el argumento principal para cuestionar su supuesto nivel de emisiones se basa en que la mayoría de la producción se hace en pastizales naturales en lugar de zonas deforestadas. Las pasturas argentinas, según el especialista del IPCVA, tienen una cantidad de carbono almacenado en el suelo equivalente a lo que emite el país durante 74 años.

Contabilizar la captura de carbono del sector, y no solo sus emisiones, es la clave para cambiar la imagen de la ganadería

El carbono se acumula como materia orgánica en el suelo y puede permanecer allí hasta cientos de años. Las pasturas contribuyen a que esto ocurra, en gran medida, gracias a la abundante cantidad de raíces que producen. De esta manera, pueden remover carbono de la atmósfera y secuestrarlo en el suelo, contribuyendo a mitigar el calentamiento global.

“Contabilizar la captura de carbono del sector, y no solo sus emisiones, es la clave para cambiar la imagen de la ganadería y pasar incluso a una ecuación con balance positivo. Hay una batalla científica que el sector debe librar”, dijo Bifaretti.

Los países en desarrollo tienen la obligación de presentar cada dos años sus inventarios de gases de efecto invernadero, realizados en base a los métodos sugeridos por el Panel Intergubernamental de Expertos del Cambio Climático (IPCC).

En general, existe un acuerdo en el mundo científico acerca de dichos métodos. Sin embargo, aún se encuentra bajo debate la mejor manera para estimar el secuestro de carbono que generan los bosques y las pasturas. Es precisamente esta divergencia la que abre el debate desde el sector ganadero.

En un trabajo publicado en 2019, un grupo de investigadores argentinos concluyó que la capacidad de secuestro de carbono de las tierras de pastoreo está subestimada en los inventarios y que estas tierras de hecho están generando un excedente de carbono. Esto significa que las emisiones producidas por los animales y la producción son potencialmente compensadas por la cantidad de carbono que secuestran las tierras de pastoreo.

Miguel Taboada, uno de los autores del trabajo, sostiene que los pastizales almacenan carbono a profundidades más pronunciadas que las de 30 centímetros que admite el IPCC. Existe también carbono en la biomasa de las raíces de las plantas de pastizal, algo que tampoco es considerado por la metodología del IPCC. “Es una discusión técnica o hasta académica que lamentablemente para algunos se volvió una disputa política. Es válido discutirlo”, agregó Taboada.

Para Víctor Tonelli, analista ganadero y consultor de mercado, existe una dicotomía entre lo que percibe el consumidor europeo y la realidad del esquema argentino, “donde el animal pasa el 85% de su vida al aire libre en campos con un consumo promedio que no baja del 90% de pasto”. Se ha sugerido que las vacas alimentadas con pasto tienen una huella de carbono más baja que las alimentadas con granos, al estimular el secuestro de carbono del suelo a través del pastoreo, aunque sigue siendo controversial.

Para defensores ganaderos como Tonelli, “faltan más trabajos científicos publicados en revistas internacionales, falta mayor conciencia en las agencias gubernamentales y falta una mejor comunicación sobre pastoreo y emisiones”. Además, agregó que ese fue uno de los sentidos de la creación de la Mesa Argentina de Carne Sustentable hace cuatro años.

Reconversión y trazabilidad

De acuerdo a Preliasco de Fundación Vida Silvestre, completar el camino hacia una producción más sustentable no requiere grandes inversiones por parte de los productores.

“Salvo algunos casos que trabajan sobre deforestación o sobre una conversión muy grande del suelo, la mayoría de la producción ganadera [en Argentina] ya es sustentable y el volumen más grande de producción de carne ya se puede enmarcar como libre de deforestación con facilidad”, dijo el experto.

Sobre trazabilidad, Tonelli mencionó que si bien “siempre falta mejorar” Argentina tiene un sistema sólido. “Es un buen sistema, pero nos falta digitalizarlo para tener menos errores, hacerlo más veloz y llegar con el código QR en el paquete al consumidor”.

Además, desde el IPCVA reconocen que queda mucho por mejorar en cantidad de kilos de emisiones por animal y por hectárea. “Si se mejora la tecnología se atenúan las emisiones por unidad de producto, ahí queda una brecha tecnológica por cubrir”, dijo Bifaretti, para quien eso no requeriría grandes inversiones ya que más que insumos. Lo que hace falta mejorar, dice, es el manejo de los sistemas de pastoreo.

Para Preliasco, la mayor prioridad es detener la deforestación y la conversión de ecosistemas, y enfocarse en las cifras del stock vacuno. “En Argentina no incrementamos el stock vacuno hace décadas. Una política a largo plazo podría ser mantenernos en los actuales niveles para no incrementar emisiones”.