Océanos

Enric Sala: “Cuando dejamos al océano en paz, se recupera”

El explorador de National Geographic habla de su reciente expedición y de la importancia de proteger el 30% de los océanos para 2030
<p><span style="font-weight: 400;">Tiburones martillo frente a la costa de la Isla del Coco en Costa Rica (Imagen: Alamy)</span></p>

Tiburones martillo frente a la costa de la Isla del Coco en Costa Rica (Imagen: Alamy)

Enric Sala es a la vez un destacado explorador de los océanos y un visionario. Originalmente académico, Sala se cansó de “escribir el obituario de la vida oceánica” y decidió empezar una nueva carrera buscando formas de protegerla. Se dirigió a National Geographic con la idea de un proyecto que “combinara exploración, investigación y medios de comunicación para inspirar a los gobiernos a crear reservas marinas”. Nombrado becario de National Geographic, lanzó su iniciativa Pristine Seas (“Mares Prístinos”, en español) en 2008. Quince años después, el proyecto ha ayudado a impulsar la creación de 26 áreas marinas protegidas (AMP) que abarcan más de 6,5 millones de kilómetros cuadrados de océano.

Enric Sala posa con fotos del océano detrás
Enric Sala en la Conferencia de la ONU sobre los Océanos celebrada en Portugal el año pasado (Imagen: Regina Lam / China Dialogue Ocean)

Bajo la bandera de Pristine Seas, Sala ha viajado por todo el mundo examinando todo tipo de ecosistemas oceánicos. Ha estudiado desde microbios y algas hasta grandes mamíferos marinos, y ha llegado a lugares donde muy pocos seres humanos habían estado antes. Estas experiencias le han demostrado lo importante y beneficioso que es proteger los entornos marinos del mundo, y le han proporcionado pruebas para convencer a los políticos de que hay que hacer cambios. Y lo está consiguiendo. Se considera optimista y sueña, incluso, con llevar algún día al Presidente chino Xi Jinping en una expedición al fondo del océano.

El pasado junio nos reunimos con Sala en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos, celebrada en Lisboa, Portugal, para hablar de su expedición de principios de 2022 a las aguas colombianas del Pacífico y el Caribe.

Mapa que muestra cuatro zonas marítimas protegidas en Colombia: Malpelo, Serranilla, Bajo Nuevo y las Colinas y Lomas submarinas de Bajo Norte
Nota: El mapa solo muestra las zonas protegidas mencionadas en este artículo. Las islas Serranilla y Bajo Nuevo están actualmente administradas por Colombia pero en una zona disputada por Nicaragua (Fuente de datos: Parques Nacionales Naturales de Colombia; Gráfico: Ed Harrison / China Dialogue Ocean)

China Dialogue Ocean y Diálogo Chino: ¿Puede hablarnos de su expedición?
Enric Sala: Fuimos a realizar una investigación científica para informar sobre el proceso de creación de varias AMP al que se comprometió el gobierno colombiano como parte de su plan para proteger el 30% de sus aguas, no para 2030, sino antes de 2030. Estamos hablando de ocho años antes de la fecha límite. La expedición fue fantástica, pudimos explorar arrecifes profundos con nuestro sumergible. Encontramos una extraordinaria cantidad de peces de aguas profundas, más grandes de lo que nadie pensaba. También sistemas coralinos profundos que nunca antes se habían descrito.

¿Por qué es importante estudiar esta área?

Colombia tiene esta joya, la isla de Malpelo, que está protegida como un gran santuario marino. Pudimos explorar los alrededores del santuario. Malpelo se asienta sobre una cresta submarina. Es la única parte de esa antigua cresta que sale a la superficie. Exploramos los montes submarinos y pudimos demostrar que no solo Malpelo, sino toda la cadena de montañas submarinas, es extremadamente importante. No solo por la biodiversidad que hay allí, sino también por las especies amenazadas que migran entre estas islas protegidas: Malpelo en Colombia, la Isla del Coco en Costa Rica [y las] Islas Galápagos en Ecuador. Y muy a menudo estas especies siguen estas crestas submarinas. Encontramos cantidades increíbles de tiburones martillo, en la superficie, en medio de la nada, a 200 metros sobre la cima de los montes submarinos. Son accidentes que no podemos ver desde la superficie, pero los animales pueden sentirlos, y los utilizan como autopistas migratorias, como escalones entre islas.

(Audio: China Dialogue Ocean; Video: National Geographic)

¿Adónde va y de dónde viene esta autopista?

No hay una sola autopista. Cuando la gente habla de un corredor [de vida silvestre], no hay “un” solo corredor. Los animales migran por todo el Pacífico oriental tropical, y las distintas especies tienen diferentes rutas migratorias. Por ejemplo, los tiburones martillo han sido marcados en las Galápagos, y viajan a la isla del Coco y a Malpelo y, desde allí, las hembras viajan a la costa para dar a luz en los manglares. Así que la conectividad de estos corredores es muy compleja y no solo unen estas islas oceánicas, sino que también funcionan como enlace con la costa. Los distintos hábitats son esenciales para las diferentes etapas vitales de estas especies.

¿Ha utilizado alguna herramienta o técnica nueva durante su expedición? 

Utilizamos el Argo, un barco de buceo para turistas con base en Costa Rica. Tienen una máquina maravillosa, el sumergible DeepSee, que baja hasta 450 metros. También tenemos nuestras cámaras de caída, que son básicamente bolas de vidrio que podemos dejar caer por la borda del barco y explorar hasta 6.000 metros de profundidad. También tenemos equipos de submarinismo, respiradores y cámaras remotas, de modo que podemos explorar desde la superficie hasta los hábitats más profundos.

Piquero enmascarado en un cuerpo rocoso en Colombia
Un piquero enmascarado en el afloramiento rocoso de Malpelo, en el Pacífico oriental (Imagen: Alamy)

¿Qué fue lo más sorprendente que vio?

Vimos muchas cosas asombrosas. Cuando recuperamos una de las cámaras que teníamos en la superficie, vimos más de 20 tiburones martillo en un solo fotograma, en medio de la nada: estábamos a 200 millas de la costa. También vimos meros tan grandes que superaban en un 40% el tamaño máximo jamás registrado en la literatura científica. Vimos profundos arrecifes de coral con una extraordinaria abundancia de peces que nunca se habían descrito. Y en el Caribe, también vimos algunas de las mayores abundancias de tiburones, en un atolón, uno de los atolones más remotos del Caribe —Serranilla— en la parte más septentrional de las aguas colombianas. Ese lugar está protegido, porque allí hay un pequeño regimiento de la marina, así que nadie va allí a pescar. Así que no solo es uno de los lugares más remotos del Caribe, sino también uno de los mejor conservados.

¿Cómo se utilizarán ahora sus descubrimientos?

Los datos científicos que recogimos ya han sido utilizados por el gobierno colombiano para designar zonas protegidas alrededor de las montañas submarinas que visitamos. Ahora estamos produciendo una película para National Geographic que mostrará el liderazgo de Colombia en la conservación de los océanos.

Mero jaspeado
Un mero jaspeado en las aguas de Malpelo (Imagen: Alamy)

¿Cambiarán sus conclusiones alguna de las políticas o la gestión de estas zonas?

Lo que descubrimos contribuyó a la ampliación del Santuario de Fauna y Flora de Malpelo. Se trata de una zona de veda en la que están prohibidas la pesca y otras actividades perjudiciales. Nuestros datos también han contribuido a la creación de dos nuevas reservas marinas de veda en torno a los dos atolones más septentrionales del Caribe pertenecientes a Colombia [Serranilla y Bajo Nuevo]. Además, la creación de una nueva zona, las Colinas y Lomas Submarinas, que va a ser una zona marina gestionada, también en la costa del Pacífico.

¿Qué ocurre con otros países latinoamericanos? ¿Cuál es su historial en materia de protección de los océanos?

A [muchos] países les queda mucho por hacer. Por ejemplo, Perú aparentemente tiene el 8% de sus aguas protegidas. Pero la zona realmente protegida de la pesca, donde no hay pesca ni otras actividades extractivas o destructivas, es insignificante. Es mucho menos del 1%. Resulta que Perú es un gran país pesquero, y sus industrias pesqueras se oponen a las protecciones porque argumentan que esto los perjudicará. Es un argumento falso. Tenemos pruebas en todo el mundo de que cuando se crean zonas de veda, se permite que las especies se recuperen y así ayudan a repoblar el resto del océano. Un ejemplo es Chile, que también es un gran país pesquero. Ha protegido el 25% de sus aguas completamente de la pesca y otras actividades extractivas. Y ahora su industria pesquera está muy contenta, porque sus capturas son mejores. Las reservas marinas no están en contra de la pesca, son una herramienta esencial para que la pesca pueda continuar en el futuro.

(Audio: China Dialogue Ocean; Video: National Geographic)

¿Qué otras razones hay para proteger los océanos?

Es muy importante que todo el mundo entienda que proteger el océano no es solo algo que beneficia a peces y corales. Todos dependemos de un océano saludable. Nos proporciona más de la mitad del oxígeno que respiramos, que es producido por bacterias marinas y algas microscópicas. La mayoría de la gente no lo sabe. El océano también ayuda a regular el clima y a capturar parte de la contaminación por carbono que emitimos a la atmósfera. Así que necesitamos un océano sano si queremos seguir prosperando en este planeta.

La ciencia tiene un papel fundamental que desempeñar en el suministro de información, pero los tiempos de la ciencia suelen ser largos. ¿Tenemos tiempo suficiente para hacer los cambios que necesitamos?

La ciencia lleva su tiempo, pero ahora disponemos de datos suficientes para tomar decisiones.

Entonces, ¿por qué no se toman decisiones?

Por lo que sabemos, si no se toman decisiones es por la presión de los grupos económicos e industriales que tienen intereses a corto plazo y no se preocupan realmente por la sostenibilidad a largo plazo.

¿Qué puede hacer la población general?

Hay muchas cosas que la gente puede hacer para ayudar a resolver los problemas medioambientales. Una de ellas es votar adecuadamente a los políticos que tengan un programa acorde con las necesidades de conservación. La elección de los políticos decide la política pública. Por eso, elegir al candidato adecuado es lo más importante que puede hacer el ciudadano de a pie. La otra cosa que pueden hacer es comer más plantas y menos animales. Consumimos demasiada carne, y el ganado utiliza muchos recursos, tierra y agua dulce, y además produce enormes cantidades de metano. Así que reducir el consumo de carne ayudaría a combatir el cambio climático. La mitad de la tierra agrícola se utiliza para alimentar al ganado, lo que supone una enorme ineficacia. Poder restaurar esa tierra, que en muchos casos está degradada, recuperar los ecosistemas naturales que tantos beneficios ofrecen a la sociedad, sería ideal. Además, comer más plantas es bueno para la salud.

Gusanos Tubícolas Riftia
Gusanos tubícolas Riftia cerca de un respiradero hidrotermal en las profundidades marinas entre Ecuador y las Islas Galápagos. La explotación minera en aguas profundas puede provocar un "desastre ecológico" en zonas aún poco conocidas. (Imagen: NOAA, CC BY SA)


En esta conferencia se ha hablado mucho de la minería de aguas profundas. ¿Qué opina de lo que se ha dicho hasta ahora?

La explotación minera de los fondos marinos puede provocar una catástrofe ecológica. No tenemos suficiente información sobre los ecosistemas que se verían afectados por la minería. ¿Y cuáles serían los efectos sobre el cambio climático? Hemos visto que la pesca de arrastre, al perturbar los sedimentos del fondo marino, genera emisiones de dióxido de carbono que son incluso mayores que las de la aviación a nivel mundial. La minería de aguas profundas perturbaría los sedimentos del fondo marino a una escala mucho mayor, por lo que es muy probable que genere emisiones de carbono que contribuirían al calentamiento global y lo amplificarían.

Usted estuvo en la primera Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos en 2017. ¿Cuánto hemos avanzado desde entonces?

Han pasado cinco años desde la primera Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos, celebrada en Nueva York. Hay mucha más conciencia sobre los problemas de los océanos. Por aquel entonces, muchos —incluidas las organizaciones conservacionistas— pensaban que el objetivo 30×30 [proteger el 30% del planeta para 2030] era demasiado ambicioso. Ahora lo apoyan más de 100 países. Eso es progreso. Hay más países que han creado reservas marinas importantes donde prospera la vida marina. Pero en conjunto, el océano está en peor estado que en 2017. Ha habido más pesca: hoy más de tres cuartas partes de nuestras poblaciones de peces están explotadas al límite o sobreexplotadas. La contaminación por plásticos ha crecido de forma dramática. Las zonas muertas siguen aumentando. Las especies invasoras siguen invadiendo los ecosistemas, destruyendo el equilibrio natural y creando también enormes pérdidas económicas. Tenemos más fenómenos meteorológicos extremos debido al calentamiento global, que también está elevando el nivel del mar y destruyendo los hábitats y las infraestructuras costeras. Así que estamos peor, aunque hayamos hecho algunos progresos. La buena noticia, y esto es lo que me hace ser optimista, es que sabemos que cuando dejamos al océano en paz, se recupera espectacularmente. Lo he visto con mis propios ojos. Lo vemos en las reservas marinas que han creado las comunidades locales, los pueblos indígenas y los gobiernos. Y sabemos lo que tenemos que hacer, solo tenemos que reproducirlo a escala.

(Audio: China Dialogue Ocean; Video: National Geographic)

¿Hasta qué punto podemos ser optimistas respecto a conferencias como ésta?

El problema de estas conferencias es que gran parte del tiempo se dedica a repetir lo obvio: que el océano es vital para nuestras vidas, que estamos degradando el océano, que es importante que hagamos algo, que tal o cual país está comprometido con políticas de conservación del océano. Cosas que oímos desde hace 20 años. La gente que viene aquí a repetir lo mismo está perdiendo tiempo y le está haciendo perder tiempo a todo el mundo.

Pero soy optimista porque en esta conferencia ha habido anuncios extraordinarios. Ha habido acciones más allá de las palabras. Por ejemplo, el gobierno de Colombia ha designado nuevas AMP que elevan sus aguas protegidas al 30%. Y lo han conseguido a ocho años de 2030, que era el objetivo propuesto. Si ellos lo han hecho, más países pueden hacerlo. Ojalá más países hubieran venido a Lisboa a anunciar cosas similares. Pero el hecho de que tanto Colombia este año [2022] como Costa Rica el año pasado [2021] hayan cumplido este objetivo me da esperanzas de que otros países puedan lograrlo.

 

Este artículo fue publicado originalmente en China Dialogue Ocean.