Clima

Puede fracasar la candidatura de Brasil como sede de la COP25

La política puede sabotear la propuesta de ser anfitrión del evento climático del 2019

La política regional de América Latina y los problemas internos de Brasil se filtraron en las recientes conversaciones sobre cambio climático de la ONU en Bonn, Alemania. Durante la conferencia, el Ministro de Medio Ambiente de Brasil, José Sarney Filho, anunció el interés de Brasil por convertirse en sede de la 25ª Conferencia de las Partes (COP25) en 2019.

Brasil es actualmente el único país que ha declarado su voluntad de convertirse en el anfitrión de las negociaciones, programadas a realizarse en un país de América Latina y el Caribe, ante el Secretario Ejecutivo de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC).

Siguiendo el protocolo diplomático, los presidentes aspirantes a la COP presentan cartas ante la CMNUCC y luego al grupo regional de la ONU, en este caso el fortalecido grupo de los 33 países de América Latina y el Caribe ante las Naciones Unidas (GRULAC), discutieron el tema antes de tomar una decisión por consenso.

Si bien el GRULAC mantiene reuniones regulares durante la COP, las discusiones acerca de las futuras presidencias de la COP pueden ser prolongadas. Ambas reuniones, tanto informales como formales, se desarrollaron entre los representantes del GRULAC en Nueva York, entre diplomáticos en la COP y a través de los canales diplomáticos individuales de cada país.

A pesar de que el GRULAC no acordó una decisión entre sus miembros en Bonn, en el último día de las conversaciones, se esbozó un borrador con la decisión sobre “Fechas y lugares de futuras sesiones” y se designó a Brasil como el anfitrión de la COP25 en 2019. Pero más tarde ese día, la última versión adoptada en torno a esta decisión no mencionó a Brasil y solicitó que las conversaciones sobre clima de la ONU, a realizarse en el mes de abril, tomen en consideración este tema.

Un miembro de la CMNUCC dijo que habían recibido una comunicación del presidente rotatorio mensual del GRULAC, Paraguay, confirmando la candidatura de Brasil a la COP25. Luego recibieron una comunicación por separado de Paraguay que indicaba que el problema aún no estaba resuelto.

Dos fuentes anónimas afirmaron que Paraguay informó a la CMNUCC que aparentemente el GRULAC respaldaba la realización de la COP25 en Brasil, avalando así su visto bueno para incluirla en la decisión de la conferencia.

Pero eso no significa que el GRULAC haya tomado una decisión. Al ver el proyecto de decisión de la conferencia, Venezuela y Brasil expresaron su preocupación de que todavía el grupo no estaba listo y deberían llevarse a cabo más discusiones entre los representantes del GRULAC en Nueva York.

En defensa del GRULAC, durante dos semanas de rápidas y agitadas conversaciones, los errores pueden suceder. Delegados sobrecargados de cargos con el objetivo de negociar para sus países también tienen que orientar a sus ministros o presidentes y asistir a reuniones bilaterales. Durante la COP, las reuniones del GRULAC también se realizan a la hora del almuerzo, lo que garantiza que los delegados puedan verse atrapados en las negociaciones o coordinarse en grupos más pequeños simultáneamente. En este contexto, los cables pueden cruzarse y los mensajes importantes pueden enviarse demasiado tarde, demasiado temprano o simplemente malinterpretarse.

Sin embargo, ante un tema de semejante magnitud es posible que el incidente haya sido mucho más que un simple error. Es posible que Paraguay haya enviado la carta a la CMNUCC con la confirmación del apoyo del GRULAC a la oferta de Brasil, ya que deseaba ganarse el favor de su poderoso vecino para evitar un debate prolongado y potencialmente inconcluso dentro del GRULAC.

Momento conturbado

Las políticas regionales de América Latina y el Caribe han alcanzado una gran inestabilidad durante algún tiempo debido a la crisis en Venezuela. En agosto, los ministros de Relaciones Exteriores de varios países, entre ellos Paraguay, México, Brasil, Perú y Argentina, firmaron la Declaración de Lima, que cuestionó enérgicamente al régimen de Maduro y al quebrantamiento del orden democrático en Venezuela.

A la situación de tensión se suma el hecho de que siete países latinoamericanos elegirán nuevos presidentes el próximo año, lo que podría estar creando una trampa en todos los ministerios, ya que intentan concluir sus agendas dado el recambio habitual de ministros y funcionarios.

Anticipando que Venezuela podría no apoyar la propuesta de la realización de la COP en Brasil, Paraguay podría haber actuado para tratar de ejercer presión a través de una rápida confirmación y así evitar cualquier enfrentamiento dentro del GRULAC. Venezuela pudo haber sido particularmente reacia a aceptar la oferta de Brasil debido a su propio interés en ser la sede de la conferencia luego de una oferta fallida en 2014 para ser el anfitrión de la COP20, que perdió ante Perú.

En caso de que el GRULAC no pueda llegar a un consenso sobre la designación de un anfitrión de la COP, la CMNUCC omitirá el año de acogida de la región y organizará la conferencia en otra región. Siendo este el peor de los escenarios, ocurriría por segunda vez que la crisis venezolana haya socavado un importante evento regional. En respuesta a la escalada de la situación, el Grupo de Lima solicitó en agosto la postergación de la cumbre entre Europa y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe.

Con largas y espinosas discusiones entre los representantes del GRULAC, la candidatura de Brasil todavía no está asegurada de ninguna manera. La política doméstica brasileña también podría plantear un problema.

Las organizaciones ambientalistas brasileñas encabezaron los esfuerzos para convertirse en sede de la COP25. En una victoria significativa, el ministro de Medio Ambiente, José Sarney Filho, quien es considerado como un líder del clima y aliado de estos grupos, aceptó su propuesta. Estos grupos argumentan que, atravesado un tiempo de varios reveses para la agenda climática y ambiental de Brasil, organizar una COP podría ser una forma de atraer la atención sobre estos temas, especialmente durante el contexto de las elecciones presidenciales de 2018.

Por ejemplo, el año pasado, se ha estimado que las emisiones de gases de efecto invernadero de Brasil aumentaron un 8,9%, el nivel más alto desde el 2008, principalmente a causa de un aumento en las actividades agrícolas y la deforestación ilegal.

Todavía existe la esperanza que, ante un escenario de mayor exposición internacional, la administración del presidente Michel Temer y los candidatos presidenciales presten mayor atención a las políticas ambientales y climáticas. Basándose en una sociedad civil bien organizada y técnicamente experta en Brasil y medios de comunicación comprometidos con el tema, la COP podría utilizarse para evitar nuevos contratiempos y obtener un mayor apoyo de la comunidad internacional para presionar a los líderes brasileños para que impulsen el cambio climático y los temas ambientales.

El próximo presidente de Brasil, que asumirá el cargo en enero de 2019, realizará un importante evento internacional que brindará a estos grupos y a los responsables de la política ambiental la oportunidad de avanzar hacia objetivos climáticos y ambientales más ambiciosos durante el primer año de gobierno en su cargo.

Organizar una COP también le otorga a Brasil la oportunidad de restablecer su presencia en la escena internacional luego de un período de introspección y una política exterior discreta. Históricamente, el avance de la gobernanza global del cambio climático ha sido una de las principales fortalezas de la política exterior de Brasil.

Pero con la crisis brasileña en curso, esto podría ser una estrategia arriesgada. A los observadores se les recordó inmediatamente que la administración de Temer no ha demostrado un fuerte compromiso para enfrentar el cambio climático. El mismo día que Brasil hizo su oferta sobre la COP25, ganó el premio Fósil del Día de la Climate Action Network, un premio otorgado a los rezagados ambientales, y en este caso a causa de un proyecto de ley enviado al Congreso por parte del presidente Temer que subsidiará un nuevo desarrollo petrolero por alrededor de $ 300 mil millones.

El gabinete de Brasil sufrirá una gran reorganización en las próximas semanas, hecho que también podría interferir con su oferta de la COP. Es probable que el ministro de Medio Ambiente, Sarney Filho, permanezca hasta el próximo mes de marzo o abril antes de renunciar para postularse al Senado. Se espera que mientras siga en su cargo pueda usar su posición para alentar a sus pares en el gabinete en la lucha para asegurar la nominación.

Todavía no se ha confirmado si el ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, Aloysio Nunes, permanecerá o abandonará cargo. Si bien es probable que su sucesor continúe apoyando la candidatura de la COP25, la agitación política de una reorganización del gabinete despierta la preocupación de que la administración de Temer no sea capaz o no quiera trabajar para garantizar la nominación, especialmente si otros países no son demasiado solidarios.

Se asegura que el Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil está inquieto por la oferta. Brasil tiene programado ser el país anfitrión de la XI Cumbre de BRICS en 2019, que podría considerarse como más importante que la COP con el fin de proyectar los objetivos y las credenciales de la política exterior de Brasil. Pero el costo es también una preocupación. El alojamiento de una COP con unos 20,000 participantes y con el capital diplomático requerido para llevarlo a cabo tiene un alto precio.

Organizar una COP exitosa también requiere facilitar el proceso, generar confianza entre los países, demostrar una fuerte acción climática interna y una planificación y organización a nivel masivo. Como la COP25 se configura como uno de los eventos más importantes desde el Acuerdo de París 2015, Brasil enfrentará un enorme desafío.

La COP25 es especialmente importante porque en el 2020, los países deben presentar sus planes nacionales revisados sobre cambio climático. El Informe de Brecha de Emisiones de la ONU de 2017 exhibe que los objetivos actuales de los países para reducir emisiones conducirían a un aumento de temperatura de aproximadamente 3 grados Celsius para el 2100.

Para cumplir con el objetivo de la temperatura de París de limitar el calentamiento a 1.5 grados, las emisiones deben alcanzar este objetivo hacia el 2020 y luego disminuir de manera continua. Brasil es uno de los países cuya promesa hoy es incompatible con el objetivo de París. La presión está aumentando en todos los países (especialmente en los futuros presidentes de la COP) para elevar las aspiraciones de sus objetivos antes del 2020.

Con amplios niveles de volatilidad en el marco de su política interna y regional en una coyuntura decididamente difícil, son altas las probabilidades de que las ofertas de la COP25 de Brasil se prolonguen. Brasil, sin embargo, parece dispuesto a continuar la apuesta.

Nota: Los gobiernos de Paraguay y Venezuela no respondieron a las solicitudes de declaraciones.

Ese artículo se publicó originalmente en The Global Americans