Clima

El plan climático de Colombia busca equilibrio entre mitigación y adaptación

Es el cuarto INDC publicado de Latinoamérica y el Caribe

Colombia ha presentado en las Naciones Unidas su plan climático para 2030 como contribución al nuevo acuerdo sobre el clima que se firmará en París a finales de año. Es este plan es el cuarto publicado de Latinoamérica y el Caribe, después del de México, la República Dominicana y Trinidad y Tobago. El plan climático de Colombia para 2030 establece un objetivo incondicional que abarca todos los sectores de la economía y también un objetivo condicionado. El plan ofrece elementos concretos de adaptación, información sobre las hipótesis en las que se basa el plan y datos muy específicos de los planes de adaptación. Este plan (también llamado contribución nacional prevista, o INDC por sus siglas en inglés) incorpora varias políticas e iniciativas de mitigación y adaptación que Colombia lleva años desarrollando. En este sentido, la INDC llega en el momento oportuno, como ejercicio de consolidación de políticas, planes y prioridades existentes. El objetivo incondicional compromete al país a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 20% respecto al escenario proyectado de prácticas habituales (Business-as-Usual, o BAU) para el año 2030. El objetivo abarca todos los sectores de la economía y cubre el 100% de las emisiones nacionales, según el inventario nacional de gases de efecto invernadero de 2010. Esto incluye los seis gases reconocidos en el protocolo de Kioto: CO2, CH4, N2O, HFCs, PFCs, SF6 y abarca todos los sectores de emisiones reconocidos por el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático. Según sea el resultado de las negociaciones sobre el clima en la COP 21 de París, Colombia podría dar a conocer un objetivo indicativo para 2025, coherente con el objetivo de 2030. El objetivo condicionado sería más ambicioso, con una reducción del 30% respecto al BAU para 2030, en lugar del 20%, siempre que cuente con apoyo internacional (por ejemplo, financiación para el cambio climático o mercados de carbono). El elemento de adaptación se basa en el progreso del país en el marco del Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático desde 2011. En la práctica, Colombia ha formulado 11 planes territoriales de adaptación al cambio climático que identifican acciones prioritarias. Ayudan a los responsables políticos a identificar la vulnerabilidad del territorio y definir medidas de adaptación para incorporar a los distintos instrumentos de desarrollo y planificación espacial. En la actualidad también hay planes sectoriales de adaptación – lo que es una innovación que abordan los ámbitos de la agricultura y la red primaria de carreteras. Las iniciativas colombianas de adaptación y resiliencia para 2030 acompañarán a otros objetivos globales que contribuyen a mejorar la resiliencia (por ejemplo, el Convenio sobre la Diversidad Biológica, el Programa de Desarrollo 2030, la Convención de las Naciones Unidas para la Lucha contra la Desertificación y el Marco de Acción de Sendai para la Reducción del Riesgo de Catástrofes 2015-2030). El documento enumera más de una docena de acciones tales como la elaboración y ejecución de planes climáticos en el 100% del territorio. Otro ejemplo es el desarrollo de un “Sistema Nacional de Indicadores de Adaptación” que controle y evalúe las medidas de adaptación que se vayan a adoptar. Un dato interesante es que Colombia ha identificado seis sectores prioritarios de la economía (transporte, energía, agricultura, vivienda, sanidad y comercio, turismo e industria) que llevarán a cabo acciones de adaptación innovadoras. El documento aborda los medios de ejecución de los planes pero no ofrece una estimación del coste que ello implica. El gobierno considera que su contribución climática es justa y equitativa. El plan aborda el tema de la equidad desde la perspectiva de emisiones per cápita en Colombia y establece la meta tener un nivel de casi 4,6 toneladas de CO2eq/cápita para 2030. Según el gobierno, el valor sería aún más bajo que las emisiones per cápita del país en 2010 (4,8 toneladas de CO2eq/cápita). En un escenario de prácticas habituales, las emisiones per cápita proyectadas serían 5,8 en 2030. El documento también señala su condición de economía de renta media y sus elementos cualitativos (aparte de las emisiones per cápita), en concreto la alta vulnerabilidad de Colombia al cambio climático, la necesidad de construir y mantener la paz y cómo contribuye la resiliencia a este objetivo y a combatir la pobreza. Son muchos los analistas, especialmente en Europa y en EEUU, que prestarán especial atención a ese 20% de reducción especificado en la INDC colombiana, y Colombia recibirá una “nota” basada en esos análisis. Resulta necesario complementar esta evaluación centrada en el carbono con debates más amplios sobre las opciones de desarrollo. Colombia necesitará llevar a cabo un debate más amplio porque su plan y su contribución al próximo acuerdo de París debe ser asunto de interés nacional para el gobierno pero también, y especialmente, para otros agentes interesados externos. Además, los avances para el cumplimiento de este primer objetivo formal pueden dar lugar a un debate más amplio sobre las fuentes de energía. La presentación de una nueva INDC de Latinoamérica y el Caribe es muy importante para la región. Colombia ya es una referencia positiva en temas relacionados con políticas climáticas y desempeña una función muy activa en las negociaciones climáticas de las Naciones Unidas. Su INDC ofrece una oportunidad concreta de brindar mayor claridad y transparencia al rumbo que se debe tomar y de incorporar distintos elementos en la elaboración de políticas climáticas que a menudo se presentan desconectados. La integración deliberada de los componentes de mitigación y adaptación será fundamental, no sólo para Colombia sino para nuestra región, porque tanto nuestras ciudades como nuestro capital natural y nuestras poblaciones son extremadamente vulnerables al cambio climático. La resiliencia se presenta como una nueva prioridad, lo que puede unir a toda la región en este tema, a pesar de nuestras profundas diferencias en otros ámbitos. Colombia ha elaborado planes muy específicos para la mitigación y sin duda será pionera en la creación de resiliencia mientras persigue su objetivo de lograr un crecimiento con baja emisión de carbono. Su estrategia descentralizada ofrecerá enseñanzas muy valiosas a otros países. Por último, la integración de una estrategia de crecimiento verde en el proceso de planificación colombiano no tiene precedentes en nuestra región y supone un importante paso en la buena dirección porque amplía el mandato de un crecimiento más limpio que trasciende la gestión ambiental para formar parte de una planificación económica a largo plazo. Ese artículo se publico primero en Nivela.org