Clima & Energía

‘Tenemos que romper con la separación entre clima y biodiversidad’

Alicia Montalvo, gerenta de Acción Climática y Biodiversidad del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), describe el papel de la institución y su financiamiento en la región
<p>Lobos marinos en un banco en las Islas Galápagos, Ecuador. El Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) desembolsó recientemente 1 millón de dólares para la protección de la biodiversidad en el Corredor Marino del Pacífico Este Tropical, compartido por Colombia, Costa Rica, Panamá y Ecuador (Imagen: Alamy)</p>

Lobos marinos en un banco en las Islas Galápagos, Ecuador. El Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) desembolsó recientemente 1 millón de dólares para la protección de la biodiversidad en el Corredor Marino del Pacífico Este Tropical, compartido por Colombia, Costa Rica, Panamá y Ecuador (Imagen: Alamy)

En tres años, el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) —una institución financiera multilateral de desarrollo que agrupa a 18 países de América Latina y el Caribe, además de Portugal, España y 13 bancos privados— espera haberse transformado en el “banco verde” de América Latina. Para ello, está cambiando su perfil de inversión en la región, con el objetivo de pasar del 26% al 40% de fondos para proyectos verdes.

Pero no es un camino sencillo, reconoce Alicia Montalvo, gerenta de Acción Climática y Biodiversidad de CAF. La región no tiene prioridades del todo vinculadas al ambiente y además trabaja de manera descoordinada, lo que dificulta la realización de proyectos regionales que permitan reducir emisiones y proteger la biodiversidad.

En una entrevista con Diálogo Chino en Innovate4Climate, la conferencia anual sobre financiación climática del Banco Mundial, Montalvo describe el rol del financiamiento verde en la región. Además, explica la decisión de la CAF de continuar invirtiendo en gas natural y pide que se valore económicamente a la naturaleza para favorecer inversiones sostenibles.

Alicia Montalvo
Alicia Montalvo, gerente de Acción Climática y Biodiversidad de CAF (Imagen: Fermín Koop / Diálogo Chino)

Diálogo Chino: ¿Qué pasos ha dado la CAF para focalizar su financiamiento en América Latina en proyectos sostenibles y ser un banco verde?

Alicia Montalvo: Estamos reforzando la transversalización del cambio climático y la biodiversidad en todo nuestro financiamiento en la región, desde infraestructura a energía a recursos hídricos. Es una agenda verde y azul, ya que también comprometimos US$1.250 millones del 2022 al 2026 en ecosistemas marinos costeros. Pero no sólo pasa por nuestro financiamiento, también necesitamos que los países armen buenos proyectos. Y esto no es fácil en una región que no siempre tiene prioridades vinculadas a la sostenibilidad.

Si bien la CAF se ha comprometido a incrementar el financiamiento verde, todavía financia proyectos de gas natural en América Latina. ¿A qué responde ello?

Los accionistas del banco nos piden que sigamos financiando proyectos de gas, entendiendo que son parte de la transición energética. Buscamos que estos proyectos sustituyan a energías más contaminantes y no financiar al gas porque sí. Es verde sólo si se sustituye a otro combustible más contaminante. La transición tiene que ser justa y permitir que cada país tenga un pico de emisiones asociadas a los fósiles de acuerdo a su capacidad tecnológica. Las renovables todavía no son lo suficientemente competitivas en varios países de América Latina y la transición energética va a llevar un tiempo.

En tu discurso en la conferencia, resaltaste la importancia de ir “más allá del carbono” y valorar los ecosistemas por todos los servicios que proveen y no sólo por su absorción de gases de efecto invernadero. ¿Qué relevancia tiene esto para ecosistemas de América Latina como la Amazonía?

La Amazonía cumple múltiples servicios ambientales pero se la suele valorar solo por su capacidad de absorber emisiones. Ir más allá del carbono significa dar a los bosques un valor más allá de eso, especialmente considerando su importancia para la subsistencia de la población. Muchas empresas ahora buscan ser neutrales en carbono pero deberían tener objetivos similares para reducir sus efectos en la biodiversidad. Hay una separación artificial entre clima y biodiversidad. En América Latina tenemos que intentar romper eso. Hay que valorizar a la naturaleza no por generar un mercado sino para ponerle un valor y que las inversiones [para su protección] vayan allí. Eso requiere un trabajo difícil de valoración de los servicios ecosistémicos.

Buscamos que los proyectos de gas sustituyan a energías más contaminantes y no financiar al gas porque sí

En 2022, CAF otorgó US$14 mil millones en proyectos en América Latina. Sin embargo, las necesidades de financiamiento para lograr economías sostenibles en la región son mucho mayores, algo que resaltan frecuentemente los presidentes. ¿De qué manera los gobiernos pueden buscar incrementar ese financiamiento?

Hay que lograr alianzas entre fuentes de financiamiento local e internacional. Los países tienen que movilizar recursos internamente en temas ambientales y eso luego puede canalizar fondos internacionales. La CAF trabaja con fondos climáticos internacionales como el Fondo Verde del Clima y en muchos casos nos piden cofinanciación con los países, algo que no siempre se da. Es importante también trabajar con perspectiva regional. Nosotros estamos desarrollando proyectos regionales, especialmente para la biodiversidad, como la protección de un corredor marino en el Pacífico Oriental. Pero todavía falta colaboración de los países para trabajar de esa forma.

Los mercados de carbono, en los cuales se intercambian emisiones de gases efecto invernadero, han incrementado su presencia en América Latina como mecanismo de financiamiento para proyectos de reducción de emisiones. Sin embargo, varios ya han generado conflictos con comunidades indígenas. ¿De qué manera se debe trabajar con las comunidades en estos proyectos?

La mayor parte de los bosques que tienen más capacidad de absorción de carbono están en territorios de comunidades indígenas. Además, las prácticas que usaron las comunidades de manera ancestral para proteger los bosques han dado muy buenos resultados. Es fundamental empoderar a las comunidades para que puedan decidir el uso de los bosques y trabajar de manera integrada. Los mercados de carbono tienen que ser comprensibles y accesibles y eso hará que la gente conozca las reglas del juego. Pueden ser peligrosos sin reglas claras. Hay que trabajar de manera cuidadosa y con mucho diálogo.

La necesidad de mayores fondos para biodiversidad y clima en América Latina también coincide con altos niveles de endeudamiento. Algunos gobiernos han pedido profundizar los esquemas de canje de deuda por naturaleza, con el ejemplo más reciente de Ecuador que impulsará la conservación en las Islas Galápagos. ¿Es posible incrementar estos mecanismos?

Veo margen para más canjes de deuda pero hay que ver los riesgos de estas operaciones. Si está mal diseñada, le puede limitar a un país acceder a nuevos fondos. Hay otras alternativas que también se pueden usar. Los países pueden refinanciar sus deudas y, al hacerlo, incluir fondos que vayan para la conservación. Existen también los bonos verdes y azules, ahí estamos trabajando con varios proyectos piloto. El problema es que los bonos están muy concentrados a nivel global en reducir emisiones pero no en adaptación o en biodiversidad. Eso hay que trabajarlo más.

Has afirmado en declaraciones previas la importancia de que los ministros de finanzas incorporen perspectivas ambientales en sus decisiones. ¿Por qué es esto importante para América Latina?

Los ministros de finanzas ya hablan bastante de cambio climático y eso está bien, pero hay que sumar la perspectiva de biodiversidad. Tienen claro el riesgo financiero de los eventos climáticos pero no hablan de los efectos que la pérdida de biodiversidad tiene en la economía. Hay que trabajar con ellos también para que se entienda que invertir en infraestructura resiliente es mucho mejor que luego tener que restaurar la infraestructura. No es algo que se cambie rápidamente y hace falta el involucramiento de organizaciones internacionales.