Clima

Cumbre de París sobre finanzas climáticas: ¿un salvavidas para América Latina?

Gobiernos, especialistas y sociedad civil de la región reclamaron un incremento en los fondos climáticos y repensar la estructura de los organismos multilaterales
<p>Emmanuel Macron (derecha) da la bienvenida al presidente colombiano Gustavo Petro en la Cumbre para un Nuevo Pacto Financiero Mundial celebrada en París, Francia, el 22 de junio. Petro lideró los llamamientos a canjear deuda por medidas climáticas durante el evento (Imagen: Alamy)</p>

Emmanuel Macron (derecha) da la bienvenida al presidente colombiano Gustavo Petro en la Cumbre para un Nuevo Pacto Financiero Mundial celebrada en París, Francia, el 22 de junio. Petro lideró los llamamientos a canjear deuda por medidas climáticas durante el evento (Imagen: Alamy)

“Hace nueve meses nadie estaba hablando de cláusulas por desastres naturales (…) Hace nueve meses nadie hablaba sobre el desarrollo multilateral, sobre la reforma del Banco Mundial a escala (…) Hace nueve meses no estábamos preparados para discutir temas de deuda (…)”.

Las palabras de Mia Mottley, primera ministra de Barbados, pronunciadas en la reciente Cumbre para un Nuevo Pacto Financiero Mundial celebrada en París, parecieron tocar la fibra sensible de su audiencia. En muchos sentidos, estaba en lo cierto.

En septiembre del año pasado, el lanzamiento de su iniciativa Bridgetown marcó un antes y un después. La iniciativa, que plantea la necesidad de discutir una reforma del sistema financiero mundial que ayude a los países más vulnerables, ha contribuido a los debates sobre el alivio de la deuda y la movilización de más fondos para políticas climáticas.

En noviembre, en la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, la COP27 ―un evento en el que Mottley fue una voz destacada― el acuerdo final entre las naciones reconoció, por primera vez, la necesidad de “una transformación del sistema financiero y de sus estructuras y procesos” para cumplir los objetivos de descarbonización. Ahora, la cumbre sobre financiación climática de París, de dos días de duración y que concluyó el 23 de junio, buscó dar pasos a favor para que ello comience a ser realidad.

Mia Mottley habla en la COP27
Mia Mottley en la ceremonia de apertura de la COP27 el pasado noviembre. La primera ministra de Barbados fue una de las voces más destacadas de la conferencia en materia de financiación de la lucha contra el cambio climático (Imagen: UN / Kiara Worth, CC BY-NC-SA 2.0)

Organizado por el gobierno de Francia, el evento buscó dar un espacio de conversación y debate para llegar a consensos sobre cómo modificar un sistema financiero que, estructurado luego de la Segunda Guerra Mundial, hoy no está respondiendo a las crisis simultáneas de la pobreza, las deudas financieras y el cambio climático. Fue una jornada y media de reuniones bilaterales y grupos de trabajo a puertas cerradas, y mesas redondas abiertas al público.

Aunque en la cumbre se hicieron declaraciones ambiciosas, entre ellas la del presidente francés Emmanuel Macron, y se avanzó en algunas reformas, muchos observadores se sintieron decepcionados por la falta de compromisos firmes, aunque otros reconocieron un impulso de cara a la COP28 que se celebrará en Dubai a finales de este año.

¿Qué significa todo esto para una región como América Latina y el Caribe impactada por el cambio climático, en crisis económica y bajo deudas financieras, que intenta responder a otros problemas como la pobreza y la desigualdad? Aquí un resumen con lo más destacado y la voz de sus protagonistas.

¿Dónde está el dinero prometido?

La mayoría de los participantes, especialmente los de países en desarrollo, llegaron a París con una expectativa clara: tener alguna novedad ―por más mínima que fuera― de la promesa de los países desarrollados de movilizar a los países en desarrollo US$100 mil millones anuales en financiamiento climático para 2025. Es una promesa que fue realizada en 2009 y reforzada en 2015 con el Acuerdo de París, pero que aún está incumplida.

La expectativa se acrecentó con las dos semanas previas de negociaciones en Bonn, Alemania, donde el financiamiento fue el tema pujante entre un mundo desarrollado que quiere enfocar las discusiones en incrementar la ambición en mitigación ―es decir, mayor reducción de emisiones― y un mundo en desarrollo que también quiere eso, pero sabe y reclama que sólo puede hacerlo si a la par se discute el aumento de la ayuda económica.

“Delegados, ¿estamos dispuestos a hablar de los US$100 mil millones? ¿Estamos dispuestos a hablar de esto?”, expresaba enojado el jefe de delegación de Cuba Pedro Luis Pedroso Cuesta en un plenario en las negociaciones climáticas en Bonn, una reunión preparatoria para la próxima COP28. “Está tan claro que no hay intención de hablar de financiamiento”, agregó. Con ese malestar llegaron los países en vías de desarrollo a París. Con ese mismo resultado de escasa novedad se han ido también de París. 

En la cumbre en París sí se avanzó hacia otro objetivo de 100.000 millones de dólares: el compromiso adquirido en 2021 por los países ricos de redirigir parte de sus derechos especiales de giro del Fondo Monetario Internacional (FMI) no utilizados para ayudar a los países más vulnerables.

¿Qué son los derechos especiales de giro?

Los derechos especiales de giro son activos internacionales de reserva creados por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y utilizados por sus miembros, cuyo valor se basa en un grupo de monedas: el dólar estadounidense, el euro, el yuan chino, el yen japonés y la libra esterlina. El FMI asigna los DEG entre sus países miembros, que pueden canjearlos por monedas de libre uso. Los DEG son una gran fuente potencial de liquidez para los países miembros.

La propia directora del FMI Kristalina Georgieva describió que, de esos US$100 mil millones, 60 mil millones ya están en el fondo trabajando para los países en desarrollo y los otros 40 mil millones ya han sido comprometidos por los países más ricos.

Las fuentes de financiamiento climático

De los distintos temas debatidos en la cumbre de París, varios fueron prioritarios para los delegados de América Latina y el Caribe, como los cambios en las organizaciones multilaterales, la incorporación de nuevos actores a la mesa para movilizar financiación, el aumento del flujo de financiación climática hasta el nivel necesario y la búsqueda de métodos innovadores para responder a las crisis actuales. Entre las fuentes de financiamiento destacadas por las voces de la región figuran:

Canje de deuda. Bajo el consenso de que ningún país debería tener que elegir entre luchar por terminar con la pobreza y actuar ante el cambio climático, en París se conversó sobre cómo empezar a aliviar las deudas financieras de los países en desarrollo para que puedan, a la par, implementar políticas climáticas.

La figura del canje de deuda por acción climática es liderada en la región por el presidente de Colombia, Gustavo Petro, presente en la cumbre en París. Petro dijo a Diálogo Chino: “El canje de deuda liberaría presupuestos para dedicarlos exclusivamente a mitigación o adaptación a la crisis climática. Sumado a escala mundial, sería un incremento de la liquidez monetaria que no iría en un incremento de precios sino a una inversión productiva hacia lo que más importa hoy que son soluciones ante la crisis climática”. Petro pidió la creación de un grupo de expertos que se dedique a estudiar la figura del canje de deuda y genere una propuesta para ser llevada a la COP28.

El Banco Mundial. Ajay Banga, el nuevo presidente del Banco Mundial, anunció la iniciativa Cláusulas de Deuda Resilientes al Clima. Cuando un país esté ante un evento climático extremo, se pausarán sus pagos de deuda y/o se le dará mayor flexibilidad. En una primera etapa, la iniciativa será implementada con los países más vulnerables, y luego se buscará ampliar a más actores necesitados. En cuál de ambas categorías ingresarán los países de América Latina y el Caribe es aún un detalle por conocerse.

Sobre el funcionamiento del Banco Mundial y del FMI, el presidente brasileño Lula da Silva se mostró crítico durante el evento: “Lo que se creó después de la Segunda Guerra Mundial ya no funciona. Tengamos muy en claro que el Banco Mundial deja mucho que desear cuando se trata de lo que esperamos de él, que el FMI deja mucho que desear en cuanto a las expectativas de la gente frente a la institución”.

Lula da Silva habla en una sala llena de gente
Lula da Silva, presidente de Brasil, en una sesión de la Cumbre para un Nuevo Pacto Financiero. Lula pidió más acción al Banco Mundial durante el evento (Imagen: Ricardo Stuckert / Presidencia de la República de Brasil, CC BY 2.0)

El sector privado. En sus discursos durante la cumbre, el presidente Macron subrayó repetidamente la necesidad de movilizar y aumentar la financiación privada para el cambio climático, considerada por muchos como el punto en el que los gobiernos de los países desarrollados están poniendo el foco en las negociaciones sobre financiación. Macron dijo que “por cada dólar de dinero público que se destine a la acción climática, se tiene que destinar un dólar de dinero privado”.

El texto de conclusión de la conferencia de Paris menciona que, desde 2016 a 2019, la filantropía privada ha destinado US$42 mil millones al desarrollo. Para Mottley no es sólo una cuestión de movilizar cantidad de dinero, sino también de ver a dónde se está movilizando: “Le agradecemos a la filantropía lo que hace, pero no puede ser que pongan el dinero en lo que ellos quieren sino en lo que el mundo necesita”.

Rumbo a la COP28

El financiamiento fue el protagonista de una cumbre que en su lanzamiento iba a estar organizada por Francia y Barbados de forma conjunta, y que terminó bajo el liderazgo del país europeo. El financiamiento fue también el tema en disputa entre países en Bonn al punto tal de casi hacer peligrar el trabajo realizado durante dos semanas. Y ahora el financiamiento quizás sea el mayor desafío en la próxima COP28.

Si no actuamos hoy a escala, no estaremos a tiempo de salvar a más personas. No sólo hagamos lo correcto, sino hagámoslo en el momento correcto y por la razón correcta
Mia Mottley, primera ministra de Barbados

La Cumbre para un Nuevo Pacto Financiero Mundial dejó un documento de 10 páginas que recopila las conclusiones abordadas y que se resumen en cuatro resultados: “ganar la batalla contra la pobreza y las vulnerabilidades” a través de, por ejemplo, nuevos métodos que suavicen las deudas financieras; “mantenerse unidos en incrementar la solidaridad internacional” para cumplir con los compromisos financieros; “proteger el planeta y los bienes comunes” con un posible futuro precio al carbono internacional; y “movilizar recursos financieros adicionales especialmente desde el sector privado”.

Estos resultados no son legalmente vinculantes. Serán revisados cada seis meses a través de un reporte y habrá una segunda edición de la cumbre en dos años. Mientras tanto, los observadores seguirán de cerca cómo estas conversaciones “que hace nueve meses no se daban”, pasan a acciones concretas que respondan a las necesidades de los países más afectados, entre ellos los de América Latina.

Mientras que el Caribe se está ahora viendo afectado por la tormenta tropical Bret como un anticipo de una temporada de tormentas cada vez más intensas por el cambio climático, Mottley fue contundente: “Si no actuamos hoy a escala, no estaremos a tiempo de salvar a más personas. No sólo hagamos lo correcto, sino hagámoslo en el momento correcto y por la razón correcta”.