Clima & Energía

¿Qué significó la cumbre climática de Biden para América Latina?

El presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, reunió a los líderes mundiales la semana pasada para aumentar la ambición climática antes de la cumbre climática COP26
<p>El presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, pronuncia un discurso durante una Cumbre virtual de líderes sobre el clima, en el Salón Este de la Casa Blanca (imagen: Alamy)</p>

El presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, pronuncia un discurso durante una Cumbre virtual de líderes sobre el clima, en el Salón Este de la Casa Blanca (imagen: Alamy)

Más de 40 líderes mundiales participaron en una cumbre virtual la semana pasada organizada por el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, para aumentar la ambición antes de la cumbre climática de la ONU (COP26) en noviembre. Tras años de inacción bajo el expresidente Donald Trump, Biden presentó una nueva promesa climática, aumentando la acción y devolviendo a Estados Unidos a la mesa de negociaciones.

La cumbre también marcó un regreso a la cooperación climática entre Estados Unidos y China, los dos mayores emisores de gases de efecto invernadero del mundo, con los enviados especiales John Kerry y Xie Zhenhua allanando el camino al publicar una declaración conjunta antes del evento.

Para América Latina, la cumbre fue una oportunidad para reiterar compromisos previos o anunciar nuevos. El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, prometió neutralidad climática para 2050, aparentemente marcando un cambio de tono, y pidió más financiamiento internacional para ayudar a abordar la deforestación. El presidente de Argentina, Alberto Fernández, dijo que el país preparará un plan climático más ambicioso para la COP26, habiendo presentado uno nuevo en diciembre.

Diálogo Chino habló con expertos en clima de toda la región para conocer sus reacciones a la cumbre.

Manuel Jaramillo. Director Ejecutivo de la ONG Vida Silvestre en Argentina

La vuelta de Estados Unidos a las discusiones climáticas fue la noticia más relevante de la cumbre. Especialmente por lo que implica su nivel de emisiones y lo que puede traccionar en otros países que sigan su ejemplo. Establece una buena expectativa de la gestión de Biden. En Argentina, el discurso del presidente estuvo alineado con el aumento de la ambición climática. Pero el desafío es la urgencia en la implementación, pasar rápidamente de los compromisos a las acciones. Ahí es donde Argentina tiene mucho para hacer. Se debe ir a una economía baja en carbono basada en la promoción del desarrollo sostenible. El desafío es enorme y toda la sociedad debe comprometer su esfuerzo.

Enrique Maurtua Konstantinidis. Asesor senior en política climática en la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) en Argentina

La cumbre marca un retorno de Estados Unidos a la ambición climática, algo que destacaron todos los países participantes. Sin embargo, sigue existiendo una brecha entre los anuncios políticos y lo que es necesario para poner al mundo en línea con la meta de 1.5ºC. Estados Unidos duplicó su ambición y todavía no está alineado. Eso mismo aplica a muchos países como Argentina, en donde el presidente dice cumplir con la meta pero la ciencia demuestra que no es así. El presidente de Argentina Alberto Fernández anunció en la cumbre que mejorará todavía más su NDC presentada en diciembre y eso es interesante. También se refirió a un aumento en las energías renovables y es la primera vez que hizo mención al sector desde su asunción.

Natalie Unterstell, directora del Instituto Talanoa de Brasil 

El presidente Bolsonaro pasó de atacar a los socios a un tono más defensivo ante la comunidad internacional. Esto se debe a la creciente presión en torno a los problemas climáticos en los últimos meses desde la elección de Biden. Esta presión pública alcanzó un punto de inflexión en las últimas semanas con el reemplazo del canciller Ernesto Araújo, lo que significó que las fuerzas “antiglobalistas” dentro del gobierno perdieron terreno. Sin embargo, eso no significa que Bolsonaro esté cambiando de dirección en temas ambientales, principalmente porque sus aliados políticos se benefician directa e indirectamente de las políticas desreguladoras actuales. Por lo tanto, los anuncios de Bolsonaro en la Cumbre deben analizarse a través de estos lentes: los compromisos no afectan a ninguno de los impulsores de la deforestación y la responsabilidad de la descarbonización de la economía brasileña se transmite a los próximos gobiernos.

Bolsonaro volvió a comprometer a Brasil con la deforestación ilegal cero para 2030, un objetivo que ya fue criticado cuando Brasil lo presentó en la COP 21 en París. Y el único cambio digno de mención que ha anunciado fue la anticipación de la neutralidad de emisiones para 2050, y no más para 2060. Esto crea una importante oportunidad para que la sociedad brasileña dialogue y se organice en relación a las decisiones de inversión de los próximos años. No se puede esperar que el gobierno federal lidere este proceso, ya que no consulta ni al sector privado ni a la sociedad civil sobre ninguna política estratégica.

Marcio Astrini. Secretario Ejecutivo del Observatorio Climático de Brasil

China y Estados Unidos están liderando y avanzando en la agenda climática y podría aislar aún más a Brasil y aumentar la presión sobre el gobierno. Brasil ya está perdiendo espacio debido a su mal comportamiento climático. Por ejemplo, el acuerdo comercial UE-Mercosur no se firmó porque la UE está esperando que el gobierno brasileño ofrezca soluciones para la deforestación. Brasil también ha presentado su intención de ingresar al grupo de la OCDE, y Estados Unidos es crucial para que Brasil sea aceptado. Los inversores también están preocupados por el desempeño ambiental de Brasil, ya que algunos quieren evitar ser vinculados con la promoción de la deforestación.

El caso es que Bolsonaro ha estado haciendo campaña contra el medio ambiente en Brasil durante los últimos 28 meses, socavando la capacidad del Estado brasileño para la protección del medio ambiente. Un discurso de siete minutos no cambiará esta realidad. Bolsonaro está entregando el problema, no la solución. No confíes en él hasta que demuestre lo contrario. El cambio de tono se debió a que Bolsonaro buscaba dinero de Estados Unidos. Y quiere este dinero para intereses políticos. Si buscaba dinero para enfrentar la deforestación, ya puede contar con US$500 millones que ya están aquí en Brasil y están listos para ser utilizados. Pero este Fondo está congelado desde 2019.

Gabriel Quijandría. Ministro del Ambiente de Perú

Estas reuniones tienen que seguir impulsando iniciativas de conservación, manejo sostenible y recuperación de los bosques, la restauración de las turberas y la restauración de ecosistemas productores de agua, como venimos haciendo en Perú con apoyo de los Estados Unidos y Canadá. Las soluciones basadas en la naturaleza, vinculadas al bosque, son muy importantes y tienen potencial porque pueden resolver nuestra principal fuente de generación de emisiones de gases de efecto invernadero. Es importante tomar ejemplo de culturas ancestrales, como la andina, que estuvo caracterizada, precisamente, por su capacidad para desarrollar soluciones basadas en naturaleza.

Silvana Baldovino. Directora del Programa de Biodiversidad y Pueblos Indígenas de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental de Perú (SPDA)

Definitivamente el regreso de Estados Unidos a la lucha contra el calentamiento global y la crisis climática es una excelente y esperanzadora noticia. Su nuevo objetivo con miras al 2030, que casi dobla lo pactado en el Acuerdo de París, impactará favorablemente en países como el nuestro, que por sus altos niveles de vulnerabilidad, reciben financiamiento para enfrentar esta crisis.

La participación de 40 líderes internacionales es un gran mensaje, pero la ausencia de Perú es este grupo, nos preocupa mucho. Somos un país en crisis social, económica y ambiental, y hubiera sido interesante presentar nuestra situación y nuestros compromisos como país. Resaltaría el discurso de Bolsonaro y su compromiso por eliminar la deforestación por tala ilegal en la Amazonía. Esto nos permitirá buscar soluciones a problemas comunes para ambos países.

Manuel Pulgar Vidal. Líder global de Clima y Energía de WWF

Estados Unidos puso la vara alta con su objetivo de reducir para 2030 las emisiones en un 50-52% con respecto a los niveles de 2005, lo propio hizo el Reino Unido con su meta de reducción del 78% para 2035. A ellos se suman Japón y Canadá que también mejoraron sus metas. Ahora, otros grandes emisores como Australia y Rusia, e importantes países forestales como México y Brasil deben intensificar sus esfuerzos a partir de objetivos igual de ambiciosos. China e India también cumplieron su parte con mejores metas. 

Lo que está claro es que tenemos a la vista el fin de la era de los combustibles fósiles. Por ejemplo, a partir de compromisos para terminar la financiación pública internacional del carbón por parte de Corea del Sur y el fin definitivo de las subvenciones a los combustibles fósiles, como pidieron la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, y Estados Unidos. Instamos a los países del G7 y del G20 a que aborden esta cuestión de manera significativa cuando se reúnan a finales de año.

Gustavo Ampugnani. Director Ejecutivo Greenpeace México

En mi opinión y viéndolo desde México, el resultado es que los países de la región están viendo una señal distinta por parte de EEUU. Bajo esta nueva administración el gobierno quiere retomar con seriedad las discusiones de cambio climático que en los últimos 4 años estuvieron congeladas por la negativa de Trump ante el Acuerdo de París y por haber marginado el cambio climático. En el caso de México vemos dos posturas distintas, una del gobierno federal muy tibia en materia de cambio climático donde se buscó proponer expandir Sembrando Vida, un proyecto estrella mexicano de bienestar social a otros países de Centroamérica.

Desde nuestro punto de vista el proyecto no es de cambio climático, es de bienestar social y nosotros no entendemos muy bien cuál es el objetivo en materia de cambio climático. Es una administración que le está apostando a los combustibles fósiles, lo cual contrasta con el mensaje de la jefa de gobierno de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, quien habló de gestión del agua, de recuperación de ríos, de proyectos de energía solar, de los cambios en la infraestructura de movilización y transporte, cosas que nosotros vemos muy positiva como Greenpeace, porque buscan reducir emisiones de varios sectores. La jefa de la ciudad de México lo hizo muy bien, lo cual también envía un mensaje para aquellos países que quieran invertir en infraestructura verde, y por ejemplo sabemos que China está interesado en estas inversiones. El gobierno federal no pudo aprovechar la oportunidad, porque cuando tu política central es apuntalar a los combustibles fósiles, hay una contradicción con combatir el cambio climático.