Clima & Energía

La pandemia puede acelerar la movilidad eléctrica en América Latina

Nuevo informe de Naciones Unidas resalta la expansión de los vehículos eléctricos en gran parte los países de la región, en línea con nuevos compromisos climáticos
<p>Un Mini Cooper eléctrico recarga su batería. Los vehículos eléctricos gradualmente se expanden en América Latina (imagen: Flickr / Eneas de Troya)</p>

Un Mini Cooper eléctrico recarga su batería. Los vehículos eléctricos gradualmente se expanden en América Latina (imagen: Flickr / Eneas de Troya)

Los cambios en el uso del transporte por la pandemia del Covid-19 y los planes nacionales de recuperación son una oportunidad para que gobiernos y empresas de América Latina y el Caribe aceleren la transición hacia la movilidad eléctrica, de acuerdo a un reciente informe del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). 

El informe es la revisión anual que realiza el PNUMA del estado del sector, que, de acuerdo a sus autores, va ganando cada vez más fuerza en la medida en la que los usuarios optan por medios de transporte más limpios. A ello se le suma compromisos climáticos más ambiciosos de los gobiernos que incluyen específicamente al sector del transporte. 

“2020 fue un año disruptivo para el transporte en la región. Si los países y las empresas saben aprovechar el contexto, las transformaciones que vemos hoy pueden abrir el camino a una movilidad totalmente sostenible con una matriz energética limpia”, dijo Gustavo Máñez, coordinador regional de Cambio Climático del PNUMA en América Latina.

80%


De la población de América Latina vive en áreas urbanas

El transporte es la principal fuente de emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con la energía en América Latina, al representar un tercio de las emisiones totales. Cerca del 80% de la población de la región ya está urbanizada y en 2050 esa cifra podría ascender al 90%, de acuerdo a la ONU.

Aún así, la región tiene una ventana de oportunidad crítica para electrificar su sector de transporte. América Latina tiene una de las matrices eléctricas más limpias del mundo, con un 60% de capacidad instalada proveniente de energías renovables. A ello se le suma la flota de automóviles de más rápido crecimiento en el mundo. 

“América Latina y el Caribe tiene la oportunidad, y el potencial, de reducir drásticamente las emisiones del transporte y mejorar la calidad del aire de las ciudades con una movilidad eléctrica basada en una matriz energética limpia”, sostuvo Piedad Martín, directora del PNUMA, en el prólogo del informe. 

El transporte eléctrico en América Latina

Según el informe, 27 de los 33 países de América Latina y el Caribe han priorizado el transporte como un elemento central para alcanzar sus metas de reducción de emisiones suscritas en el Acuerdo de París. Sin embargo, los países de la región no tienen metas de corto o mediano plazo para poner fin a la venta de los vehículos de combustión. 

En 2020, crecieron los esfuerzos nacionales para formular estrategias de movilidad eléctrica. Argentina, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua y Paraguay están en proceso de desarrollo de sus planes. Chile, Colombia, Costa Rica, Panamá y República Dominicana ya han publicado políticas nacionales en años previos.

“Es una señal clara de que todos los gobiernos de la región están en este camino y tienen en cuenta la importancia de la descarbonización del sector”, dijo Jone Orbea, líder del programa de movilidad eléctrica del PNUMA. “Se han construido regulaciones y se han generado estructuras de gobernanza que facilitan la movilidad eléctrica.”

El transporte público urbano sigue siendo prioritario en los planes de movilidad de la región, que tiene el mayor uso de buses per cápita. Sin embargo, las restricciones a la movilidad impuestas por la pandemia del Covid-19 transformaron el uso de algunos de los sistemas de transporte público debido a la reducción en el número de pasajeros.

Las ciudades que destacan por su mayor avance en materia de electrificación de autobuses fueron Bogotá (Colombia), con la adquisición de 406 unidades, y Ciudad de México (México), que sumó 193 trolebuses. Si continúan las tendencias actuales, a partir de 2025 se estarán desplegando 5.000 autobuses eléctricos por año en la región. 

El mercado de vehículos eléctricos particulares también creció en 2020. En Costa Rica, la inscripción de automóviles eléctricos creció 77% en 2020 y el registro de motocicletas y similares aumentó 36%. En Perú, la importación de motocicletas eléctricas aumentó un 220% interanual, de acuerdo con el informe. 

Es una señal clara de que todos los gobiernos de la región están en este camino y tienen en cuenta la importancia de la descarbonización del sector

El reporte destaca también que los países de la región han innovado en el desarrollo de modelos de negocio que permiten sortear los elevados costes iniciales de la electrificación y reducir los riesgos financieros asociados. Sin embargo, estos no son fácilmente replicables y es necesario integrar soluciones que disminuyan el riesgo financiero.

“Bogotá compró buses eléctricos a través de una licitación pública, lo que representa un cambio de tendencia. Mientras que Montevideo transfirió los subsidios destinados a los autobuses de combustión interna para la electrificación del transporte público urbano”, sostuvo Fabricio Pietrobelli, experto en movilidad eléctrica del PNUMA.

La recuperación verde de América Latina

La crisis económica causada por el Covid-19 ha dejado a los países latinoamericanos en dificultades. El PIB de la región cayó un 7,7% en 2020 y no se espera que vuelva a los niveles anteriores a la pandemia hasta 2024, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) de las Naciones Unidas.

Ante ello, los autores del nuevo informe del PNUMA sostienen que es crucial que los gastos e inversión en transporte se orienten hacia soluciones más limpias a largo plazo como parte de los planes de recuperación económica post-Covid-19. Ello debe incluir el replanteo de los subsidios a los combustibles fósiles. 

“La movilidad eléctrica puede ser el motor de la recuperación económica de América Latina luego de la pandemia. En México y Brasil existen millones de empleos relacionados a la fabricación y el ensamblaje de vehículos, por lo que hay un gran potencial para fabricar nuestros propios vehículos eléctricos e instalaciones de recarga”, afirmó Máñez. 

La industria automotriz de América Latina ha tenido una transición lenta hacia la fabricación de unidades eléctricas, y la mayoría de los bienes en la región son importados. Igualmente, la disponibilidad de infraestructura de carga está limitada a la importación. Es por ello que una reconversión de las industrias de la región podría traer numerosas oportunidades.

La empresa china BYD inauguró en 2020 su tercera fábrica en Brasil, ubicada en el Polo Industrial de Manaus (PIM), donde ensambla baterías. Junto a Marcopolo, BYD produjo en 2020 el primer chasis de bus eléctrico articulado 100% brasileño. Marcopolo cuenta con una planta instalada en Colombia, que próximamente ensamblará buses eléctricos. 

La descarbonización de la economía de América Latina, incluyendo al transporte, acabaría con 7,5 millones de empleos pero al mismo tiempo generaría 22.5 millones nuevos trabajos en sectores como construcción, manufactura y energías renovables, según un informe del Banco Interamericano de Desarrollo y de la Organización Internacional del Trabajo. 

Sin embargo, lograrlo no será sencillo. América Latina está invirtiendo muy poco en una recuperación verde de la pandemia, con solo el 2.2% de los fondos de estímulo de la región utilizados en 2020 en proyectos ambientalmente sostenibles. El porcentaje es significativamente más bajo que el promedio global de 19%.

“Mientras las economías de la región deciden adónde irán las inversiones frente a la recuperación de la pandemia, el sector transporte sostenible y su integración con las energías renovables ofrece la oportunidad de generar empleo y desarrollo del sector industrial”, afirmó Horst Pilger del programa EuroClima de la Unión Europea.