Clima & Energía

República Dominicana apuesta por el gas natural. ¿Cuáles son los riesgos?

El país considera al gas como un combustible de transición a pesar de sus impactos climáticos y las crisis mundiales
<p>Un nuevo gasoducto inaugurado en 2019 en el área metropolitana de Santo Domingo, República Dominicana. El país casi ha duplicado su capacidad de generación de gas natural en la última década (Imagen: <a href="https://flickr.com/photos/presidenciard/49233377438/in/album-72157712244501191/">Romelio Montero</a> / <a href="https://flickr.com/photos/presidenciard/49233377438/in/album-72157712244501191/">Presidencia de República Dominicana</a>, <a href="https://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.0/">CC BY</a>)</p>

Un nuevo gasoducto inaugurado en 2019 en el área metropolitana de Santo Domingo, República Dominicana. El país casi ha duplicado su capacidad de generación de gas natural en la última década (Imagen: Romelio Montero / Presidencia de República DominicanaCC BY)

En República Dominicana, como en muchos otros países de América Latina, el gas natural se ha vendido como un “combustible puente” en la transición de los combustibles fósiles a las energías renovables.

Aunque el gas natural es menos contaminante que el carbón o el petróleo, también es un combustible fósil que emite gases de efecto invernadero, como el metano, cuya gran concentración en la atmósfera es la causa del calentamiento global. Por esto, su efectividad para enfrentar la crisis climática es altamente cuestionada.

Sin embargo, en los últimos años el país caribeño ha intentado convertir varias de sus centrales eléctricas de petróleo a gas natural. La capacidad instalada de gas natural de República Dominicana pasó de 555 megavatios (MW) en 2011 a 939 MW en 2023, y el gas representa regularmente casi la mitad de toda la energía generada.

En la actualidad, los planes del gobierno apuntan a continuar su expansión. De hecho, en diciembre del año pasado el presidente de la República, Luis Abinader, inició la construcción del proyecto de gas de Manzanillo, considerada la mayor instalación de este tipo del país y una de las mayores de la región. Situado en el noroeste del país y valorado en unos 1.750 millones de dólares, el proyecto consta de dos plantas de gas natural de 420 MW cada una, un depósito de almacenamiento y un gasoducto de siete kilómetros.

Además, recientemente el mandatario firmó un acuerdo con su homólogo de Ecuador, Guillermo Lasso, para evaluar la explotación de este combustible en beneficio de ambas naciones.

Hasta la fecha, República Dominicana ha logrado transformar más de 800 MW que se generaban con fueloil a gas natural, lo que, según informes oficiales, ha generado “ventajas” económicas y ambientales porque ha contribuido con “una reducción significativa de las emisiones”.

Sin embargo, las emisiones no han disminuido. Por el contrario, de 2012 a 2018, los datos más recientes disponibles, indican que las emisiones totales de gases de efecto invernadero de República Dominicana aumentaron, como se evidencia en los reportes del Organismo Coordinador del Sistema Eléctrico Nacional Interconectado.

No obstante, un estudio publicado por la Sociedad Alemana de Cooperación Internacional (GIZ), entidad que lleva a cabo un proyecto de transición energética en el país, indica que la intensidad de las emisiones —la cantidad de CO2 liberada por unidad de energía producida— “ha disminuido ligeramente”, lo que podría atribuirse al cambio hacia el gas natural y al aumento de las energías renovables.

Riesgos de la transición basada en el gas natural

Si bien como evidencian estos datos la transición a este combustible ha permitido reducir la intensidad de las emisiones, su efectividad para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París ha quedado en entredicho, por lo que ahora se está haciendo mayor énfasis en la necesidad de impulsar con más rapidez las energías renovables e incluso otras alternativas.

Un informe de 2020 del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) sobre la descarbonización en América Latina y el Caribe señala que los argumentos a favor de nuevas inversiones en gas natural son cuestionables y ya no parecen ser competitivas. A esto se suma el impacto de la invasión de Rusia en Ucrania, que provocó escasez y precios “nunca vistos”, según reseña la Agencia Internacional de Energía (AIE, por sus siglas en inglés) en su informe Perspectivas energéticas mundiales 2022.

“Uno de los efectos de las acciones de Rusia es que la era de rápido crecimiento de la demanda de gas natural llega a su fin (…). Las prospectivas para el gas disminuyen por el aumento de los precios a corto plazo, la rápida expansión de las bombas de calor y otras medidas de eficiencia, el mayor despliegue de las energías renovables y la más rápida adopción de otras opciones de flexibilidad en el sector eléctrico (…)”, señala el documento.

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La refinería de petróleo Refidomsa en Haina, República Dominicana. El Gobierno del país considera el gas natural como un “combustible puente” en la transición hacia las energías renovables (Imagen: Alamy)

República Dominicana ha sentido los efectos de esta coyuntura. A finales de 2022, el ministro de Energía y Minas, Antonio Almonte, reconoció en una entrevista que el país ha tenido dificultades para mantenerse al día con el aumento del precio mundial del gas. Datos preliminares del Banco Central de la República Dominicana (BCRD) indican que el costo del gas natural se duplicó entre enero y septiembre de 2022, y que el país gastó 649 millones de dólares en importaciones.

Ante este contexto, el funcionario indicó que el país tiene que aumentar su capacidad de almacenamiento e incrementar de forma más rápida la generación a partir de energías renovables, que para 2022 representaban el 16,1% de la matriz energética.

El crecimiento del gas natural, cuya producción, según datos de Statista, se ha incrementado casi 60% durante las dos últimas décadas a nivel global, se ha ralentizado en las economías en desarrollo, sobre todo en el sur y el sureste de Asia.

Aunque muy influenciada por el recorte de los suministros procedentes de Rusia, Europa también ha aplicado políticas más estrictas que se alejan del gas. Todo esto impacta en sus credenciales como “combustible de transición”, según el informe de la AIE.

¿Cuál es la mejor alternativa para República Dominicana?

Clemens Findeisen, director del proyecto Transición Energética de República Dominicana de la GIZ, considera que República Dominicana está dando grandes pasos para reducir la dependencia de los combustibles fósiles y destaca que el país incluso es el líder del Caribe en materia de energía limpia.

Sin embargo, considera que enfocar tanto la transición energética en el gas natural puede ralentizar el camino hacia la meta de tener una matriz con mayor integración de energías renovables, que en el caso del país es que representen el 25% para 2025.

Otra desventaja de depender del gas natural, añadió Findeisen, es el riesgo de que la generación de electricidad se vea afectada por eventos geopolíticos, lo que subraya aún más la necesidad de explorar otras alternativas y aumentar las energías renovables en el país.

Con él coincide el presidente de la Academia de Ciencias de República Dominicana, Eleuterio Martínez, quien plantea que, aunque el gas natural es en cierto modo menos lesivo para el medioambiente,  la “verdadera” transición energética pasa por la energía solar y eólica, y añadió que son fuentes con “gran potencial” y por las que “debemos apostar”.

Un estudio de 2016 de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) analizó el potencial de las energías renovables en República Dominicana e identificó un escenario en el que el país podría aumentar la cuota de electricidad generada por este tipo de energías hasta el 44% para 2030. Esto se lograría principalmente mediante el aumento de la capacidad solar fotovoltaica, eólica y de biomasa, pero dependería de varias decisiones políticas y de inversión.

Al respecto, el director técnico del Consejo Nacional para el Cambio Climático y Mecanismo de Desarrollo Limpio (CNCCMDL), Alan Ramírez Risk, explica que en el país no se ha logrado mayor participación de las energías renovables porque cuando se inició la transición el sistema de transmisión eléctrica no estaba preparado.

“No es automático que tú colocas un panel y vas a inyectar a la red, es un proceso. Eso tomó tiempo y eso es lo que ha retrasado la transición. Si eso se hubiese dado de una manera más orgánica tal vez estaríamos más allá del 30 o 35% en energía renovable”, justifica el funcionario.

Ramírez señala, no obstante, que los precios actuales de las energías renovables y la existencia de las tecnologías de almacenamiento permitirán que la transición sea más rápida. Pero a la vez favorece las inversiones en gas natural, alegando que como sus emisiones son “sustancialmente menores” es una acción “climáticamente aceptable”.

Otra alternativa que se ha comenzado a barajar es el hidrógeno verde, que podría ayudar al país a cumplir los objetivos de neutralidad de carbono a largo plazo, según señala un análisis de la GIZ.

A pesar del apoyo a corto plazo al gas natural por parte de funcionarios como Ramírez, estudios como los del PNUMA y la AIE siguen indicando que el camino hacia la descarbonización no estará vinculado los combustibles fósiles y que, como sus países vecinos, República Dominicana tendrá que redoblar sus esfuerzos para aumentar su capacidad de energía renovable.

Este texto fue producido con el apoyo de Climate Tracker América Latina. Se republica aquí con permiso.