Clima & Energía

Central térmica de carbón comienza a funcionar en Brasil

Con ayuda de China, usina ya tiene licencia para funcionar

A contramano de los esfuerzos que se realizan en todo el mundo para descontaminar el planeta, Ouro Negro Energía construirá en el sur de Brasil una central termoeléctrica movida a carbón mineral,  hacia fines del año que viene. En Realizado en colaboración con la empresa china Power China (Sepco I), el emprendimiento ya obtuvo su licencia ambiental provisoria para funcionar y posee habilitación para negociar contratos del área de energía. Realizada a partir de inversiones que rondan los USD 1000 millones, la central térmica tendrá dos turbinas de 300 mega-watts cada una. “No existe la menor posibilidad de que la UTE Ouro Negro desista”, afirmó ante Diálogo Chino Silvio Marques Dias Neto, presidente de la empresa, ante el rumor que sostenía decía que el proyecto podría no llegar a realizarse debido a la crisis económica que atraviesa el país. El emprendimiento, ubicado en la localidad de Pedras Altas, estado de Río Grande do Sul, cerca de los principales yacimientos de carbón de Brasil, también contaría con la participación de las chinas Citic y Hubi Construction. Dias no descarta que puedan sumarse nuevos inversores. La central se había inscripto para participar en la licitación realizada por el gobierno a fines de abril, con la idea de comenzar iniciar sus operaciones en 2021, pero tuvo que postergar sus planes debido al sobrante de energía que se produjo como consecuencia de la crisis económica y al alza del 50% que experimentaron las tarifas de energía, por los crecientes gastos en combustibles térmicos, que estuvieron operando sin parar para cubrir la generación hídrica. Actualmente,  la idea es presentar pliegos en la licitación A-5, que posee un plazo de 5 años, en 2017. La sequía que  perjudicó a Brasil entre fines de 2012 y comienzo de este año está provocando un cambio en la matriz energética brasileña, que hasta ahora se basaba en la generación hidroeléctrica. La prolongada falta de lluvias  está viene impulsando la generación de energía con centrales térmicas movidas a carbón, ya que la percepción es un cambio en él es de que el régimen de lluvias cambió y por lo tanto, ya no se puede depender solamente del clima. En lugar de invertir en fuentes de energía renovables, Brasil se encamina hacia los combustibles fósiles, que emiten gases de efecto invernadero. Las centrales hidroeléctricas representan aproximadamente dos tercios del total de la oferta de electricidad del país y, en algunas regiones, como la Nordeste, la sequía generó hizo que el nivel de los reservorios alcanzaran niveles críticos, llegando a registrar una baja del 10%. En la actualidad, los niveles de la región se encuentran en aproximadamente un 25%, lo que porcentaje que no llega a ser crítico gracias a las líneas de transmisión y a una fuerte expansión de la generación de energía por vía eólica que cubre viene atendiendo a parte de la demanda. Para Dias, construir una central movida a carbón obedece a una lógica según la cual Brasil todavía no puede dejar de lado todas las fuentes de energía. “Brasil debe continuar estimulando la generación de energía renovable. Pero esto no puede ocurrir en detrimento de la generación de base”, afirma Dias, ex presidente de la Compañía Estadual de Energía Eléctrica (CEEE), que es controlada por el  pelo gobierno de Río Grande do Sul. La iniciativa fue reforzada por dos factores: el primero fue el hecho de que recientemente la empresa Engie también comenzó a construir una central térmica a carbón en el estado vecino de Santa Catarina, que también posee un gran potencial de producción de carbón mineral. El otro factor es la necesidad de poseer una generación de base, lo que realmente favorece la construcción de centrales de rápida construcción. Si Ouro Negro comienza a operar, el emprendimiento utilizará la producción de Candiota, la mina de carbón más importante del país, en forma ininterrumpida, y contará con un sistema de hidrodesulfuración para reducir la emisión de azufre (uno de los gases que más contaminan la atmósfera). Además de, según promete la empresa, utilizarán una tecnología para reducir el material particulado, lo que evitaría que se arrojen aran partículas sólidas hacia la atmósfera. Más allá de la situación de la coyuntura brasileña, diversos países han reforzado programas de inversiones en fuentes renovables, en especial luego del Acuerdo de París, que fue ratificado por Brasil a mediados de septiembre, obteniendo espacio que era utilizado con carbón mineral de la matriz mundial. Uno de los hechos más emblemáticos fue el anuncio, realizado en el mes de abril, por de Peabody Energy, la empresa productora de carbón mineral más importante del mundo, de recurrir a una convocatoria de acreedores ante debilitamiento del mercado carbonífero. Empresas como la misma generadora de energía Engie vienen apartando nuevos proyectos de extracción de carbón dado que este tipo de fuente se ha transformado en una de las últimas en la lista de opciones. El promedio alcanzado por el precio del carbón se encuentra entre 40 y 45 dólares estadounidenses la tonelada, en contraposición al nivel que observaba hace cinco años, que oscilaba entre los 70 y 80 dólares.  Pero si bien  la caída de los precios puede parecer positiva, para los que generan esa reducción en las cotizaciones, ésta es el resultado de una menor demanda, exactamente porque el carbón se utiliza menos. Según WWF-Brasil, Brasil ocupa el 7° lugar entre los países que más emiten gases de efecto invernadero a nivel mundial, y un 30% de las emisiones nacionales provienen del sector de la energía. Según destaca Greenpeace, paralelamente se está dando una ola creciente de desinversiones en todo el mundo. Para André Nahur, coordinador del programa Cambio Climático y Energía del WWF-Brasil, seguir invirtiendo en centrales termoeléctricas es interesante desde el del punto de vista ambiental, social y económico, según observa un estudio realizado por la ONG. “Si el gobierno promoviera una reducción gradual de los incentivos económicos que tienen las termoeléctricas en pro de la generación de energía solar en Brasil eso podría generar ahorros para las arcas públicas superiores a los R$ 150 mil millones”, afirmó Nahur. Thiago Almeida, coordinador del área de Clima y Energía de Greenpeace, resaltó que Río Grande do Sul es uno de los estados brasileños con el mayor potencial eólico y solar y de construir nuevas centrales térmicas movidas a carbón “es innecesario e irresponsable”. El estado posee las reservas de carbón más importantes del mundo, aproximadamente el 90% de las reservas conocidas del país, de alrededor de 31 mil millones de toneladas. “Para construir un parque eólico o solar se tarda entre seis meses a y un año y medio y debe recordarse que la fuente eólica ocupa el segundo lugar entre las más baratas en Brasil y el precio sigue cayendo”, señala Almeida. Dias, de Ouro Negro, afirma que la empresa también pretende invertir en centrales eólicas y pequeñas centrales hidroeléctricas (PCH). Desde el punto de vista del ejecutivo, Brasil no está aprovechando su potencial de carbón para generar energía y el gran secreto es usarlo mediante la mejor tecnología disponible para la quema de combustibles fósiles. El plan de Ouro Negro seguía su curso cuando el gobierno decidió promover un aumento promedio del 50% en las cuentas de luz, debido a los crecientes gastos con combustibles térmicos que operaron en forma ininterrumpida para cubrir la generación hídrica.  Además, en las cuentas de los consumidores incidió una reducción tarifaria que se estableció en forma artificial y cuestiones contractuales de hidroeléctricas que habían sido impactadas por la falta de lluvias. Sumando el alto valor de la energía a la retracción de la actividad económica, se generó una vertiginosa caída y generalizada del consumo de energía. En la licitación de fines de abril, realizada usando el criterio del precio más bajo, el valor inicial del carbón se fijó en R$ 251 por megawatt/hora (MWh). Sin embargo, los contratos se cerraron a un valor promedio de  R$ 198/MWh, sobre todo porque los precios del corto plazo (spot) se encuentran a un valor que oscila entre R$ 50 y R$ 100 por MWh, dependiendo de la región, y en el libre mercado los valores se sitúan en casi R$ 150 por MWh. El resultado de la licitación fue la contratación de un equivalente a aproximadamente 530 MW de capacidad instalada, un valor que está muy por debajo del promedio de aproximadamente 2 mil MW que habitualmente se contratan por año. Para tener una idea, en el mes de mayo, el índice que mide la actividad industrial de Brasil estuvo en el nivel más bajo de los últimos siete años, con un PMI (índice de precios medios) de 41,6, que en los meses siguientes empezó a recuperarse. En el caso de que Brasil retomara la actividad económica, el país se vería obligado a contar con la  energía suficiente para atender la demanda, que eventualmente crecería.