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Lo que significa la elección de los EE.UU. para sus socios internacionales

Los candidatos pasan por alto los avances sobre el clima

Pocos predijeron el ascenso de Donald Trump en la elección presidencial 2016 en los Estados Unidos, o el notable cambio en la línea de pensamiento republicano en el último año sobre una variedad de temas. El libre comercio, que supo ser el sello distintivo de la plataforma republicana, es ahora rechazado por la mayoría de los republicanos, de acuerdo a los últimos resultados obtenidos por el Centro de Investigación Pew. Alrededor del 67% del Partido Republicano observan a los Estados Unidos como una potencia mundial en declive, a pesar de un promedio del 69% a nivel global que en el 2015 tenía una visión positiva de los EE.UU.

A pesar de haber logrado un apoyo considerable, por primera vez en las primarias republicanas y luego en la elección general, parece poco probable en este momento que Donald Trump gane la presidencia de Estados Unidos. La mayoría de las encuestas posicionan a Hillary Clinton por delante de Trump, con un margen considerable.

Pero incluso si Hillary gana, deberá lidiar con el llamado “efecto Trump” y con el desafío que implica sostener las relaciones internacionales que avanzaron bajo la administración de Obama.

Tal como ha sucedido en varios países europeos, la población de los Estados Unidos incrementó su mirada hacia adentro durante esta temporada electoral. Aunque hubo un apoyo en el aumento del gasto militar en el extranjero, muchos estadounidenses se manifiestan cada vez más temerosos a la influencia extranjera en el país. Un alto porcentaje de su población se opone a la inmigración argumentando preocupaciones económicas y de seguridad.

No importa quien ocupe la Casa Blanca en 2017, la opinión pública está dividida al interior de los EE.UU. y sin duda, tendrá un efecto sobre la política exterior de los  Estados Unidos en los próximos años.

Aunque Trump ha estado firmemente en contra de la Asociación Trans-Pacífico (TPP), un tema clave en los esfuerzos de los Estados Unidos por lograr un reequilibrio hacia Asia, sería muy probable que el acuerdo comercial reciba el apoyo por parte de una administración a cargo de Hillary Clinton. Clinton ha apoyado firmemente el acuerdo en el pasado y sólo se ha opuesto a algunas de las disposiciones del pacto.

Sin embargo, la desaprobación pública del TPP es alta en todo el espectro político de los EE.UU. y refleja la creciente preocupación por los efectos del comercio mundial. Asegurar el suficiente apoyo en el Congreso para el acuerdo será un reto en el contexto político actual.

Clinton se comprometió a luchar contra el cambio climático convirtiendo a los Estados Unidos en la potencia energética más limpia del mundo – una posición que actualmente ocupa China, según muchos observadores. Sin embargo, a casi la mitad de los partidarios Trump no le importa “demasiado” o “nada” este tema, según Pew. Esta división, en adición a los intereses especiales, continúa  obstruyendo el progreso de la política climática nacional y mundial como sucedió en los últimos ocho años.

Aunque es poco probable que sea una prioridad para Trump, se espera que bajo la presidencia Clinton se pueda trabajar para revertir el daño causado por la retórica aislacionista empleada durante toda la campaña. La aproximación condescendiente de Trump a México irritó a muchos en ambos lados de la frontera, y ambas campañas han hablado negativamente acerca de China.

Aunque podemos ver algunas propuestas con el fin de restaurar la fe en el TLC (Tratado de Libre Comercio de América del Norte), hay pocos indicios de que exista un aumento considerable de la atención hacia América Latina como región, tanto en una presidencia a cargo de Trump o Clinton. En un gobierno bajo la presidencia de Clinton probablemente se continúe  avanzando en el trabajo que  Obama realizó en la región, sin embargo, las prioridades regionales se focalizarían en los esfuerzos por fortalecer los lazos entre Cuba y EE.UU.

El efecto de esta elección en la relación entre China y América Latina es menos predecible. China ha sido un tema central en los discursos y debates de ambos candidatos, como lo ha sido en otras elecciones recientes. Pero la preocupación tanto dentro del gobierno de los Estados Unidos como entre los políticos estadounidenses acerca de la presencia de China en la región ha disminuido considerablemente en los últimos años. Esto se debe en parte a la desaceleración del crecimiento chino, a una Venezuela en plena caída y a la tendencia de ver la presencia de China en la región como algo cada vez más frecuente.

Si Clinton tomara una postura más “agresiva” hacia China, tal como han destacado recientes artículos de opinión y otros artículos, más atención podría centrarse en los esfuerzos de China en América Latina y en otras regiones. A pesar de ello, es de esperar para una administración que se busque un terreno común con China, especialmente en temas críticos y sensibles de estos tiempos, como el cambio climático.