Clima & Energía

¿Por qué Brasil no tiene una industria solar?

La corrupción y las obsesiones con las energías hidroeléctricas y fósiles echan una sombra sobre el sector solar de Brasil
  • Este es el primer artículo de una serie especial de dos partes que analiza  el sector solar en Brasil
  • La segunda parte examina las lecciones que Brasil puede aprender de los éxitos de la industria solar china

 

Los intereses creados, el proteccionismo y la falta de emprendimiento han frenado el desarrollo de una industria solar nacional en Brasil, un país con un enorme potencial para generar energía a partir de fuentes diferentes al petróleo y a las producidas por las grandes industrias hidroeléctricas.

Brasil está muy por detrás de otras economías emergentes, como China e India, en el desarrollo de energías alternativas como la eólica y la solar. La concesión no competitiva de grandes contratos hidroeléctricos de la estatal Petrobras, revelada por la vasta investigación de anticorrupción conocida como Lava-Jato, reveló un sector energético vulnerable a la corrupción, capturado por sus intereses históricos y reacios a la inversión de nuevas tecnologías.

Tampoco ayudan las estrictas leyes brasileñas acerca del uso del contenido fabricado localmente. En áreas tales como la tecnología solar, sus productos son poco competitivos a nivel mundial, impactando en débiles ventas en el extranjero y un despliegue limitado de tecnología solar importada a nivel interno.

Existen dos enfoques distintos para la generación de energía solar en Brasil. El primero, conocido como generación centralizada, la escala solar de utilidad compite con otros tipos de generadores de energía para ganar las licitaciones del gobierno. En el otro enfoque, conocido como generación distribuida, las empresas negocian directamente con los consumidores para la instalación de paneles en sus propiedades, que esencialmente alquilan. Cualquier excedente de energía se vende a la red. Sin embargo, la recesión paralizante de Brasil ha hecho que esta opción sea menos viable, ya que ha frenado la demanda.

Los precios de las energías renovables están cayendo rápidamente en todo el mundo, acercándose cada vez más al costo de las tecnologías fósiles. Si la demanda se recupera en Brasil, la energía solar barata podría atraer a los consumidores que quieren evitar los altos precios, y la micro-generación comenzaría a ser adoptada a una mayor escala, aunque desde una base más baja. Este tipo de esquemas también reducen los retos logísticos y ambientales en la transmisión de electricidad en un país tan grande como Brasil.

Según Carlos Rittl, director del Observatorio del Clima de Brasil, uno de los principales factores que impide que Brasil opte por fuentes alternativas de energía es la estatal Petrobras. Desde su fundación en 1953, la compañía ha promovido la extracción de combustibles fósiles y no ha querido cambiar su rumbo, ni tampoco promover las energías renovables, a pesar de ser una empresa energética en lugar de una empresa dedicada al petróleo y al gas, según establece su estatuto. El descubrimiento de vastos y profundos yacimientos de petróleo en la costa de Río de Janeiro en 2008, denominado “pre-sal”, sólo reforzó este enfoque, aseguró Rittl a Diálogo Chino.

Los primeros esfuerzos para alejar a Brasil de la matriz a gran escala de energía hidroeléctrica y de petróleo en pos de promover las energías renovables centradas en la energía hidroeléctrica, la energía eólica y la biomasa a pequeña escala, tuvieron un éxito limitado.

Sin embargo, los brasileños están despertando lentamente al hecho de que tienen un enorme potencial de energía solar en cualquier región ya que su país tiene una extensión que representa el doble a la de Alemania, que ha desplegado cantidades significativas de energía solar, y que necesitará reformar sus matrices  hidroeléctrica y la energía pesada petróleo para poder cumplir con el compromiso de reducción de emisiones, contenido bajo el Acuerdo de París sobre cambio climático.

Hidro obsesión

A pesar de su impacto en los ríos, las comunidades rurales y la susceptibilidad a las sequías, la energía hidroeléctrica es ampliamente percibida públicamente como una fuente de energía vital y confiable en Brasil. En los últimos años, Brasil ha logrado generar hasta el 80% de su energía en base a la energía hidroeléctrica, pero hoy se enfrenta a un futuro incierto. No sólo el Lava-Jato ha paralizado los proyectos, sino también las precipitaciones poco confiables, los conflictos por los impactos ambientales y el desplazamiento forzado de las comunidades indígenas, han dejado en suspenso importantes proyectos como Belo Monte y São Luis do Tapajós. Las estimaciones sugieren que 230GW de energía con un potencial estimado de 300GW permanecen aún sin explotar en Brasil.

Pero la crisis hidroeléctrica de Brasil podría ser un nuevo comienzo para la industria fotovoltaica. Al igual que con la energía eólica, las estimaciones de IRENA (Agencia Internacional de Energías Renovables) indican que el costo de la energía solar debería caer a la mitad en ocho años, desde el valor actual de USD $ 130 por megavatio/hora (MWh) a USD $ 60 / MWh en 2025. Algunos contratos se han negociado sobre la base de una tasa de USD $ 50 / MWh – e incluso menos.

Según el analista climático Delcio Rodrigues, la energía solar recientemente ha recibido un impulso debido a la combinación de los bajos precios de los paneles solares y a los altos precios que paga el consumidor de energía. “Los paneles solares se han convertido en una mercancía”, dice. Durante la década de 1990, el precio por MWh de energía solar era idéntico al precio de la energía generada por las centrales nucleares, y representó una opción poco atractiva para potenciales inversores.

“Hoy en día, el precio de la energía solar representa una quinta parte de lo que era en la década de 1990. Esto es el resultado de inversiones a gran escala de varios países como Alemania, Estados Unidos, Japón y China”, dice Rodrigues, agregando además que el mundo está dando un “giro radical” en torno a la generación de energía solar y eólica. Rodrigues atribuye la falta de inversión en energía solar a una “cultura” de construcción de represas, y una tendencia entre las grandes empresas de ingeniería a construir represas hidroeléctricas pequeñas y menos productivas.

Rittl está de acuerdo en que la situación podría estar a punto de cambiar, ya que las comunicacionesmás recientes de Petrobras reconocen que el futuro está en las energías renovables. Pero hay un largo camino por recorrer. Actualmente hay menos de 10.000 paneles solares en los techos de casas, edificios de oficinas y edificios públicos en Brasil. Bangladesh, un país con una población más pequeña cuya superficie entraría más de 50 veces en Brasil, tiene alrededor de 1,5 millones.

Rodrigues sostiene que las empresas nacionales han mostrado incapacidad de innovación. En Brasil, la industria de la energía solar es comparable con la industria automotriz, que no cuenta con una empresa totalmente brasileña para la fabricación de vehículos y en su lugar aloja a fabricantes internacionales.

“En general, Brasil nunca ha tenido una fundación [industrial] innovadora”, dice, nombrando al fabricante de pequeños aviones Embraer como una de las pocas excepciones.

Esta situación se ve incrementada, según Rodrigues, por las declaraciones de funcionarios públicos que afirman que la energía solar no puede reemplazar a la generación energética a gran escala, o que no es posible transitar fuera de las actuales fuentes de energía. “Nunca le dieron una oportunidad a la energía solar de la manera en la cual lo hizo Embraer,” asegura.

Según el último plan decenal de energía (PDE 2024) formulado por el gobierno brasileño, la capacidad solar instalada alcanzará los 11,5 GW en 2024 gracias a inversiones proyectadas en aproximadamente $ 62 mil millones de reales. Sin embargo, alrededor del 70% de la inversión sigue destinada a los sectores del petróleo y el gas. Actualmente, la capacidad solar total instalada en Brasil es de 850 MW por año.

Crédito de contenido local

La administración de la ex presidenta Dilma Rousseff estableció una política en el Banco Nacional de Desarrollo Nacional (BNDES) para proporcionar financiamiento a bajo interés destinado a proyectos de infraestructura. De acuerdo con la política vigente, la energía solar de utilidad sólo recibirá financiamiento del BNDES si los proyectos se adhieren a las normas vigentes sobre el uso de un porcentaje mínimo de componentes fabricados en Brasil.

Según IRENA, los requisitos para el contenido local están cambiando – desde un enfoque cuantitativo (que requiere un 60% de contenido local) hasta uno cuantitativo – con respecto al acceso al financiamiento dependiendo de cuáles son los elementos locales y los que deben ser importados.

La medida del BNDES reproduce una política recientemente adoptada sobre proyectos de energía eólica, lo que permitió el establecimiento de una cadena de suministro más sólida. La política de componentes locales requiere que las empresas se registren en BNDES, que evalúa si sus fabricantes cumplen con los criterios de contenido local. Actualmente, BNDES respalda a 19 empresas productoras e inversoras de paneles fotovoltaicos. Su producción puede producir a razón de 300 MW anuales. Esta cifra representa alrededor de un tercio del total instalado en el país. Por lo tanto, es muy probable que no todas las empresas que producen componentes en Brasil hayan obtenido la certificación BNDES.

Uno de los principales actores en Brasil es Canadian Solar, que también opera instalaciones de generación solar. Se espera que la empresa inaugure una fábrica este año en el municipio de Sorocaba, en el estado de San Pablo, en asociación con la estadounidense Flextronics para suministrar sus propios proyectos. Otra empresa destacada es SunEdison, que tiene casi 200MW en proyectos. Se espera que la adquisición de esta compañía por la Canadian Brookfield Asset Management, que posee cerca de 217 plantas hidroeléctricas en todo el mundo, incremente la capacidad de producción. Luego está la compañía china BYD, más conocida en Brasil por sus colectivos eléctricos, que también ha abierto una planta brasileña para producir unidades fotovoltaicas.

Las regulaciones sobre el contenido local significan que a menudo es más barato para las compañías de distribución de energía importar componentes del exterior, aunque esto signifique perder el crédito del BNDES. Al no contar con un garantía de apoyo para el mercado solar por parte del gobierno brasileño, la empresa italiana de distribución de energía Enel, por ejemplo, se dirigió a las firmas chinas JA Solar y Jinko para proveer paneles a sus centrales eléctricas que se comisionaron en Brasil en 2014 y 2015.

A nivel local, los gobiernos están buscando inversiones en nuevas instalaciones solares para estimular la creación de empleo y fomentar la actividad económica. Rio Grande del Norte, por ejemplo, envió una delegación a China en febrero para atraer a empresas chinas, como Chint Electric, para construir una fábrica en el estado.

En el estado norteño de Amazonas, las empresas reciben incentivos fiscales para producir dentro de sus fronteras. La Zona Franca de Manaus ha recibido consultas por parte de empresas chinas, cuyos nombres no fueron revelados. Piauí, uno de los estados más pobres de Brasil, también está tratando de atraer más inversiones, especialmente a la región comercializada como el “Valle del Silicio del Piauí”, debido a su aceptación de la tecnología y la innovación.

Dos caminos

La recesión en Brasil también ha paralizado significativamente el desarrollo de la industria fotovoltaica. La caída de la actividad industrial, el aumento del desempleo y, en consecuencia, la reducción del consumo de electricidad, significa que los planes de las empresas para construir fábricas en el país están suspendidos hasta la recuperación de la demanda.

Un excedente de electricidad, combinado a los cambios negativos en las condiciones macroeconómicas y en el financiamiento, llevó al gobierno a promover lo que se denomina “subasta descontractora”, a través de cual las empresas pagan una cuota para romper los contratos de generación solar y eólica y cancelar proyectos.

Al mismo tiempo, entre 2014 y 2015 el gobierno licitó 1.722 MW de energía solar. Rodrigo Sauaia, presidente de Absolar (Asociación Brasileña de la Industria Solar), cree que, a pesar de la descentralización, el gobierno tendrá que firmar contratos para nuevas centrales eléctricas de reserva, que suministran energía en caso de escasez.

Rodrigues sostiene que la energía solar está liderando una revolución en el mercado de la energía a través de la generación distribuida. En marzo, el país contaba con 8.931 sistemas de micro-generación conectados a la red. Éstos representan los primeros 100 MW de capacidad instalada de mini y micro sistemas de generación. La gran mayoría, 8,832 sistemas, eran fotovoltaicos, según datos medidos por el regulador de la Agencia Nacional de Energía Eléctrica (Aneel). Las plantas con capacidad instalada de hasta 75kW se consideran de micro-generación en Brasil. Las estaciones de mini-generación tienen una capacidad de entre 75kW y 5MW, y las pequeñas centrales hidroeléctricas, SHU, se clasifican como las generadoras de 3MW.

Teniendo en cuenta sólo los paneles de las propiedades residenciales, relevados por la Empresa de Investigación Energética (EPE), que es responsable de la planificación energética en Brasil, la generación distribuida tiene el potencial de proporcionar 164GW.

Si bien existe un potencial para un fuerte crecimiento en este sector a medida que los costos bajan y los brasileños buscan disminuir sus facturas de energía, un gobierno que está en graves problemas parece menos entusiasmado en respaldar la energía solar a gran escala.

Este artículo fue producido en asociación con el Instituto Clima e Sociedade