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Porqué China debe fortalecer los estándares medioambientales

Los reguladores de la banca china deben implementar una política financiera verde

En 2012, una minera de propiedad china, Ecuacorriente, firmó un acuerdo con el gobierno ecuatoriano para desarrollar una mina de cobre en uno de los lugares más biodiversos y hermosos de la Tierra.  Ubicada en los nublados picos nevados del Cóndor, en Ecuador, la mina Mirador ha sido desde entonces el objetivo de protestas, demandas judicialesresistencia de las comunidades y organizaciones preocupadas con el impacto de la mina en el agua, la biodiversidad y los pueblos indígenas. El Mirador es tan solo un ejemplo de una inversión extranjera directa que ha atraído una intensa controversia: un efecto secundario no bienvenido de una política extranjera china que ha alentado a las compañías chinas a convertirse en “globales”.  Introducida en 2001, la política “Going Out” (de expansión comercial) apunta a garantizar que China asegure el acceso a los recursos naturales necesarios para alimentar su continuo crecimiento económico. Como resultado, en la última década, China ha invertido en casi todos los rincones de la Tierra, desde Europael Sudeste asiáticoNorteaméricaLatinoamérica, incluso hasta en la Antártida. Hoy en día, China supera al Banco Mundial como proveedor de financiamiento para proyectos de desarrollo en todo el mundo. Pero mientras la política de expansión comercial puede haber incitado un boom de inversiones extranjeras chinas, otra política china, la Directiva de Crédito Verde, puede tener el poder de asegurarse que tales inversiones sean responsables con el medio ambiente. Introducida por los reguladores de la banca china en 2012, la Directiva de Crédito Verde requiere que los bancos chinos tomen en cuenta los riesgos sociales y medioambientales cuando realicen préstamos a compañías y proyectos, y que detengan o suspendan el financiamiento cuando los peligros medioambientales importantes (como contaminación, salud, seguridad, reestablecimiento e incluso cambio climático) no son mitigados. En particular, la Directiva requiere que los bancos chinos, en sus préstamos extranjeros, se aseguren que los prestatarios se rijan por las normas internacionales. Como tal, la Directiva de Crédito Verde es una de las regulaciones bancarias más progresivas a nivel medioambiental en el mundo.  En comparación, los gobiernos de los Estados Unidos y Europa no han hecho prácticamente nada por responsabilizar a los bancos por los impactos medioambientales de sus préstamos. Ni tampoco estos gobiernos han hecho mucho para abordar los impactos sociales y medioambientales extranjeros de sus corporaciones multinacionales. Pero a medida que se acerca el segundo aniversario de la Directiva de Crédito Verde (el 24 de febrero), controversias como las que rodean el proyecto Mirador continúan sin cesar: una señal desalentadora de que la Directiva no se está implementando. En Ecuador, grupos de la sociedad civil realmente informaron a los potenciales prestamistas chinos sobre los serios problemas sociales y medioambientales que causaría la mina. Detallaron cómo la mina devastaría la calidad del agua de la región, desencadenaría la contaminación a gran escala del agua y el suelo, y llevaría a la extinción de al menos tres especies de anfibios y reptiles. Tales impactos claramente incumplen con toda norma internacional y por tanto, infringen la Directiva de Crédito Verde. Además, los grupos señalaron cómo la mina ya ha violado las leyes locales y nacionales del Ecuador, otro incumplimiento de la Directiva de Crédito Verde. Desafortunadamente, no ha habido indicación alguna de que los bancos o reguladores chinos hayan actuado al respecto. Ciertamente, asegurar el cumplimiento con la Directiva de Crédito Verde no es una tarea fácil. Los prestatarios chinos, como las compañías de extracción de recursos, “han llegado tarde al juego” en lo que se refiere al desarrollo de activos internacionales y se están llenando de proyectos riesgosos a nivel medioambiental, social y político. Los bancos chinos todavía tienen mucho que aprender en el desarrollo de sistemas sólidos de riesgo social y medioambiental. Y la Comisión reguladora de la banca china, el regulador bancario de China, no tiene un departamento encargado de supervisar el cumplimiento con la Directiva, principalmente en el extranjero. Sin embargo, si China mejorara su reputación como actor global y alcanzara su potencial como líder en financiamiento sostenible, tendría que asumir la Directiva de Crédito Verde con seriedad.