Clima

¿Es posible descarbonizar la economía china?

Para Stiglitz, las emisiones de ultramar constituyen un dilema

El cambio climático está en la agenda del día, especialmente en China. El mayor contaminador del mundo quiere transformarse en una economía con un uso menos intensivo del carbono para realizar una aproximación a las energías renovables y hacer una transición energética del carbón y, además, tener la capacidad de capturar carbono en lugar de emitir. No obstante, ¿se puede descarbonizar la economía china?

Según el premio Nobel de Economía (2001) y profesor de la Universidad de Columbia Joseph E. Stiglitz, existe un cierto dilema en relación al rol de China hacia una economía con bajo contenido de carbono, especialmente en su vínculo con América Latina, la nueva frontera del capital chino.

En la próxima década, se invertirá en la región por un valor de aproximadamente U$S 250 mil millones, según un anuncio realizado por el presidente chino Xi Jinping durante el mes de enero.

“Observo que el gobierno chino tiene un importante compromiso con el cambio climático a nivel nacional, pero también están comprometidos con el desarrollo.  Ésta es una de las tensiones. China viene trabajando de un modo bastante exitoso en la reducción de las emisiones en su propio país, pero sólo el hecho de aumentar el PIB hace que haya más emisiones”, dijo.

Stiglitz realizó este análisis durante una conferencia científica sobre el cambio climático llevada a cabo en París del 7 al 10 de julio. Con la denominación en inglés “Our Common Future Under Climate Change” (Nuestro Futuro Común bajo el Cambio Climático), dos mil investigadores se reunieron en la sede de la UNESCO deseando que sus descubrimientos tuvieran eco  y lograr una voz activa en la reunión previa a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP21),  a realizarse a fin de año.

Financiar la adaptación

El calentamiento global será un tema de actualidad por lo menos hasta diciembre de 2015, cuando se reúnan los líderes mundiales en la capital francesa para intentar definir un acuerdo que incluya metas nacionales de reducción de gases de efecto invernadero. El objetivo es evitar que la temperatura global supere los 2°C hacia fines de siglo. La alarma ya fue advertida por los científicos del  IPCC (Panel Intergubernamental de Cambio Climático).

El gran desafío será buscar que no solamente exista un consenso entre naciones, sino también descubrir maneras de financiar acciones para adaptar los países a los impactos climáticos, (como por ejemplo, las sequías extremas y los períodos de lluvias intensas), como también de mitigación, es decir, que se eviten las emisiones de carbono.

El Fondo Verde para el Clima recaudó U$S 10 mil millones (Green Climate Fund), pero con esta suma no estaría en condiciones de financiar en soledad las  acciones para desacelerar el cambio climático y ayudar a los países afectados en la lucha contra el calentamiento global. Creado durante la Conferencia del Clima de Cancún de 2010 para apoyar países vulnerables, estaba previsto que dicho fondo recaudase U$S 100 mil millones por año.

Con la creación de nuevos bancos, el fondo podrá ganar aliados de peso entre organizaciones como los BRICS y el Banco Asiático de Infraestructura e Inversión (BAII). Para Stiglitz, en el momento de financiar grandes obras y emprendimientos en la región de América Latina, dichos bancos deben incluir el cambio climático entre los criterios importantes a ser tomados en cuenta.

“El Fondo Verde es importante, porque se asumieron compromisos y no podemos escaparnos de ellos. Pero creo que, para que los bancos financien proyectos, debe incluirse al cambio climático entre sus condiciones. Ése sería un buen ejemplo, si lo comparamos al que habitualmente se impone, como el fue el caso del Consenso de Washington, o la austeridad, que sabemos que van a causar desastres”, analizó el economista norteamericano.

La reducción del carbono es un “bien global” y necesitamos que todos contribuyan en ese sentido, afirmó. “Igualmente, los países desarrollados tienen la obligación de reducir sus emisiones y de ayudar a los países en desarrollo”.

Emisiones de ultramar

Además de ser el primer emisor de carbono del mundo, China también es responsable por emisiones de gran calibre fuera de sus fronteras, debido a las obras de infraestructura en las cuales el país está invirtiendo en América Latina, como por ejemplo en minería, extracción de petróleo, carreteras, ferrocarriles y un canal oceánico en Nicaragua.

Al momento de realizar el conteo final, Stiglitz analiza dos aspectos: tanto las emisiones generadas en el propio país como aquellas en las que está implicado indirectamente.

“Es necesario asumir responsabilidades y crear una política climática que abarque no sólo a aquellos países malos que son los que más contaminan, es  necesario incluir también a los contaminantes relacionados a los productos que consumen“.

Y China tiene que tomar la delantera en ese sentido, defiende. Si hubiera un precio global para el carbono, ese cálculo se facilitaría. Pero mientras los acuerdos comerciales o de inversiones no contengan cláusulas ambientales, todo será más difícil.

La conciencia ecológica entre los mismos chinos aumentó. “Creo que están seriamente comprometidos a reducir sus emisiones. El aire en China es irrespirable. Todos sufren las consecuencias y esto ocasionó que la visibilidad de las cuestiones ambientales aumentara. Tanto la población como el gobierno han tomado conciencia del tema ambiental”.

Conciencia ambiental

Stiglitz no es el único que piensa que en China el tema ganó prioridad. Yonglong Lu, ecólogo y uno de los directores del Centro de Investigación en Ciencias Ambientales de la Academia China de Ciencias, también está de acuerdo.

“La toma de conciencia ambiental en China es mucho mayor de lo que se piensa, especialmente por parte de la población. La gente cree que la población no tiene conciencia de eso. El gobierno chino también se viene refiriendo al control de gases de efecto invernadero y no solamente para coincidir con las convenciones internacionales sino también, para mejorar la calidad de vida de su población”, analizó.

Para que una economía crezca, es necesario tener agua limpia y aire para respirar. Pero para que China pueda desarrollarse también son necesarias las inversiones fuera del país.

“Especialmente en un mundo abierto como el que estamos viviendo hoy. En las últimas décadas, hemos realizado una transición de ser un país socialista a una economía de mercado. No podemos depender solamente de nuestros recursos para desarrrollar nuestra economía”.

Sin embargo, para Yonglong Lu, antes de tomar alguna decisión sobre cualquier inversión extranjera, debe ponerse en consideración el impacto socio-ambiental.

Para las economías emergentes como la china y la brasileña, los cambios climáticos son solamente una de las cuestiones relacionadas al desarrollo. “Debemos reducir las emisiones y, al mismo tiempo, es necesario crear empleos. ¿Y cómo podemos mejorar la vida de la gente sin oportunidades de empleo?”, cuestiona.

Compromisos

“Lo que necesitamos es desarrollar nuevas tecnologías y políticas de incentivo para utilizar el CO2. No es simplemente preguntarse si China se puede descarbonizar o no, la cuestión es cómo utilizar todo ese carbono”.

El país se encuentra en camino a una transición energética del uso del carbón hacia una conversión a otras tecnologías. El llamado Plan Global de Cambio Climático pretende promover, hacia 2020, una reestructuración industrial que incluiría aspectos tales como la mejora de la calidad del aire, del suelo y del agua, además de la restauración vegetal. Será una mezcla de inversiones públicas y privadas también habrá colaboraciones internacionales.

“También debemos promover una transformación en nuestro proceso de producción para que ésta utilice menos carbono”

En un intento para  ejercer el liderazgo en este tema, los chinos propusieron un nuevo concepto: el de civilización ecológica.

“Es un concepto nuevo para lograr la armonía entre la economía y el ambiente, entre el hombre y la naturaleza”, resume Yonglong Lu. “Es necesario estimar el valor de nuestro capital natural. Quienes toman las decisiones deben prestar especial atención al capital natural, éste debe ser un criterio importante”, afirmó.