Clima

París encaminado hacia un acuerdo poco convincente

El mundo parece dirigirse hacia un acuerdo con poco impacto contra el calentamiento global

Las conversaciones de esta semana en la ONU sobre el clima son la última gran oportunidad para refinar un texto de negociación previo a la cumbre del clima en París, pero las tácticas iniciales de los principales emisores sugieren que la tan necesaria voluntad para alcanzar un compromiso es esquiva.

La brecha sobre los grandes temas continúa siendo profunda entre los países altamente industrializados y aquellos en vías de desarrollo: no hay consenso sobre quién debe asumir la carga de la reducción de las emisiones, la forma de aumentar el financiamiento para el clima ni la situación legal del futuro acuerdo de París. Sin grandes avances en estas cuestiones críticas lo probable es que a fines de este año solo se logre un acuerdo débil; esto reduce en gran medida las probabilidades de limitar el aumento de la temperatura promedio mundial a 2 °C.

En su último informe, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático había resaltado que la meta de los 2 °C requiere que las emisiones globales alcancen su punto máximo en la próxima década y se reduzcan muy pronunciadamente a partir de entonces, un resultado que depende de recortes mucho mayores que los propuestos hasta el momento.

Las conversaciones de esta semana tuvieron un inicio poco prometedor, cuando Sudáfrica, que lidera el bloque de negociación de los países en desarrollo, el G77+China, solicitó que los países ricos se comprometan a efectuar recortes antes de 2020, una fecha previa a la de cualquier probable acuerdo que pueda lograrse en la capital francesa.

China, que además es miembro del grupo BASIC de grandes economías en vías de desarrollo, afirmó que los países ricos deben cumplir con varios elementos fundamentales para un acuerdo futuro posterior a 2020, que no pueden limitarse a la reducción de las emisiones, sino que deben incluir el financiamiento climático y las transferencias de tecnología.

Para muchos, el grado de las reducciones en las emisiones, también conocido como mitigación, continúa siendo una de las principales preocupaciones. Los planes climáticos nacionales presentados por los países (incluidos los 28 estados miembros de la UE) hasta ahora están muy lejos de lo necesario para alcanzar el umbral de los 2 °C, mientras que la calidad de la información varía ampliamente, según un estudio comparativo publicado el martes por el World Resources Institute (WRI).

A pesar de la preocupación por la escala de las reducciones de las emisiones, la ONU confía en que los planes climáticos presentados hasta el momento pueden constituir los componentes básicos de un acuerdo que obligará tanto los países ricos como a los pobres a limitar sus emisiones, con la posibilidad de restringirlas aún más en el futuro.

«Por sí solas, las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional Propuestas (INDC, por su sigla en inglés) recibidas antes de París no serán suficientes para limitar el aumento a 2 °C en este siglo, pero destacan un alejamiento profundo y positivo de las conductas habituales y constituirán las bases fundamentales para alcanzar esa meta si los gobiernos acuerdan claramente objetivos más ambiciosos con el tiempo», dijo Christiana Figueres, responsable de la ONU para el Clima, en el inicio de las conversaciones de esta semana.

Pero el borrador del acuerdo comprende 83 páginas salpicadas de corchetes (la forma en que la ONU indica las áreas de desacuerdo). Esto ha aumentado entre los países ricos la preocupación de que las negociaciones técnicas queden rezagadas respecto de las discusiones políticas de alto nivel.

Financiamiento

El financiamiento continúa siendo uno de los principales obstáculos para lograr avances en otras áreas de las conversaciones, a pesar de los intentos de los anfitriones franceses en la cumbre de diciembre para inyectar impulso con la presentación de varias propuestas sobre cómo encauzar fondos climáticos hacia los países en desarrollo.

Los países pobres se muestran escépticos sobre el cumplimiento de la promesa hecha en 2009 por Hillary Clinton –secretaria de Estado de EE. UU.– de US$ 100 mil millones al año en fondos climáticos para 2020.

Los países ricos siempre han afirmado que el financiamiento privado representará una parte importante, pero los países en desarrollo insisten en que una porción mucho mayor de los recursos para el cambio climático deben ser provistos por el gobierno a fondos como el Green Climate Fund y ser claramente adicionales a la asistencia extranjera existente.

«Los trucos contables y las declaraciones políticas por sí solos no solucionarán el problema del financiamiento». Alix Mazounie, de Reseau Action Climat France, reflejando el creciente enojo entre los activistas y los países más pobres del mundo ante los intentos de los países ricos para liberarse de los compromisos previos sobre el financiamiento de la energía con bajas emisiones de carbono y la adaptación al cambio climático.

Acciones legales

Frustrados por la falta de avances en las negociaciones de la ONU, algunos de los países más vulnerables al cambio climático –especialmente los pequeños estados isleños amenazados por el aumento del nivel del mar– han resuelto iniciar acciones legales contra las empresas que extraen o usan carbón, el combustible más culpado por el calentamiento global.

Pero los países ricos siguen oponiéndose en Bonn a una cláusula de compensación por daños y perjuicios debidos a los impactos del cambio climático. Temen una oleada de litigios si esa medida se incluye en el acuerdo de París.

Las conversaciones llegan en un momento en que los precios de las materias primas languidecen y exhiben mínimos multianuales, aumentando la esperanza de que, por un lado, la industria extractiva de recursos limitará las inversiones futuras y reconocerá que una regulación más restrictiva de los combustibles fósiles hará que sus reservas y activos sean cada vez menos rentables.

Pero, por otra parte, hay quienes temen que los bajos precios del petróleo y el carbón desaceleren la transición hacia las energías renovables.