Bosques

China transforma países sudamericanos en mono culturas

La soja está en un área equivalente al territorio que ocupa Italia

Las vacas chinas nada tienen que ver, pero para alimentarlas Brasil tiene que plantar soja en una superficie equivalente a los territorios de Río de Janeiro, Espíritu Santo, Río Grande do Norte y Alagoas. Si los sumamos  principalmente, a otros importantes productores de granos como Argentina y Paraguay, pero también de Uruguay y Bolivia, la voracidad de China por la soja en América del Sur puede equiparar a la superficie de Italia. En el subcontinente, cerca de 300 millones de hectáreas de tierras producen soja para los chinos y  se convertirá en una tendencia creciente en los próximos años, a pesar del enfriamiento de la economía de la nación asiática. El desafío de alimentar a una mega-población de 1.300 millones de personas crea una dependencia mutua entre América del Sur y China. Desde el inicio del milenio, miles de millones de dólares  fueron cambiados por la oleaginosa más rica en proteínas del mundo, considerada el alimento perfecto para engordar la producción ganadera china y que además,  presenta una demanda creciente debido al cambio del modelo económico chino. El partido comunista chino viene dirigiendo gradualmente el crecimiento de la economía nacional, que antes se basaba en la expansión mediante inversiones en infraestructura, hacia un modelo focalizado en el consumo interno, el cual, aliado al aumento de los ingresos medios de los trabajadores chinos,  está provocando cambios en la dieta alimenticia de la población local, que ahora pasó a consumir más carne. Datos del departamento de agricultura de los Estados Unidos (USDA) muestran que el uso doméstico de la soja en China creció un 11,4% en los últimos dos años. Además, las  importaciones del producto aumentaron  un 10% en dicho lapso de tiempo y responden a cerca de dos tercios del total de las importaciones de soja del mundo. En la cosecha 2020/21, se espera que se  importen 110 millones de toneladas métricas de soja, contra  los 73 millones de la cosecha 2014/15. Mientras tanto, la producción interna de soja en China ha disminuido, principalmente ante la presión ejercida por el cultivo de maíz, producto favorito de los hacendados chinos, hecho que los ha tornado cada vez más dependientes del trío formado por Brasil, Argentina y Paraguay, que juntos suman la mitad de la producción mundial del grano. Los impactos ambientales que ocasiona esta fuerte demanda china de granos son relevantes. La desvalorización del real y de las monedas sudamericanas ante el dólar, a niveles nunca vistos, tiene la capacidad de provocar una fuerte presión sobre la deforestación, principalmente sobre el bioma amazónico. A pesar de la caída de los precios internacionales de la soja de los últimos años, la diferencia cambiaria favorable a los exportadores puede compensar la situación y además, sumar mayores  ganancias a los agricultores ante  la debilidad del real. De acuerdo al Ministerio del Medio Ambiente brasileño, la soja es responsable del  0,9% de la deforestación acumulada de la región Amazónica, en estados como Mato Grosso, Rondonia y Pará. Porcentualmente, el número podría parecer bajo, pero dicho porcentaje  es equivalente a decir que 47 mil estadios de fútbol fueron abiertos en plena selva amazónica virgen para plantar soja. El centro de estudios internacional Climate Policy Initiave (CPI)  considera que se puede expandir la producción de soja en Brasil sin  necesariamente provocar la deforestación. El aprovechamiento de los pastizales subutilizados, cuya superficie estimada es de 52 millones de hectáreas, daría cuenta holgadamente de la expansión de la plantación de soja sin que fuera necesario cortar ni siquiera un árbol. “Si la demanda de granos en Brasil crece, ¿eso implica directamente a la deforestación? No necesariamente, porque tenemos toda un área de expansión realizada en pastizales. Para el productor, es mucho más barato realizar la cosecha en un pastizal que sobre la selva”, defiende el director del programa brasileño de la CPI, Juliano Assunção, economista y doctor profesor de la PUC-RJ. Las alertas sobre deforestación y degradación acumuladas desde agosto de 2014 a julio de 2015 en toda la región amazónica superaron en un 69% los índices registrados en el período anterior que abarca desde  agosto de 2013 a julio de2014. El proyecto Prodes, del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe), viene mostrando que la expansión de las haciendas de soja en la Amazonía se está dando cada vez más a través de pequeñas deforestaciones en los márgenes de los remanentes forestales, en superficies inferiores a las 25 hectáreas. “Nos estamos deparando con una deforestación atomizada. El esfuerzo de monitoreo de la región amazónica deberá complementarse con otros conjuntos de políticas con una connotación mucho más local y  con el probable involucramiento de los gobiernos locales”, explica Assunção, que defiende la implementación de reglas que se ajusten a la realidad de cada estado. “Esa deforestación a baja escala posee una dimensión regional muy importante. Datos de los estados de Pará y Mato Grosso muestran dinámicas distantes. La complementación de la política debe tomarlo en consideración. En el estado de Pará, la pequeña deforestación está asociada a la pequeña propiedad. En el Mato Grosso, los causantes son productores de mediana y gran escala”, afirma el director de la CPI. Assunção afirma que no sabe si la soja es la culpable de la deforestación de la región Amazónica. “Me parece poco probable debido a la escala de la soja. La presión directa de la deforestación no proviene de su cultivo. Pero en municipios fronterizos a la expansión de la soja, obviamente es la soja [la que provoca la deforestación], opina.