Agua

Represas en la Patagonia: tras 15 años y muchas dudas, las obras continúan

Se espera que las represas Kirchner y Cepernic se inauguren en cinco años en la provincia argentina de Santa Cruz, aunque los grupos ambientalistas siguen expresando su preocupación
<p>Vista aérea de la construcción de la central hidroeléctrica Jorge Cepernic en la provincia de Santa Cruz, Argentina. Junto con la represa Néstor Kirchner, el proyecto se ha enfrentado a críticas sobre su viabilidad y posibles impactos en esta parte de la Patagonia (Imagen: Alamy)</p>

Vista aérea de la construcción de la central hidroeléctrica Jorge Cepernic en la provincia de Santa Cruz, Argentina. Junto con la represa Néstor Kirchner, el proyecto se ha enfrentado a críticas sobre su viabilidad y posibles impactos en esta parte de la Patagonia (Imagen: Alamy)

El pasado 10 de agosto, el video de una fila de camiones transportando cinco gigantescos módulos circulares por una carretera rumbo al puerto de Shanghai, en China, recorrió los portales de todos los medios argentinos. Según se anunció, las estructuras corresponden a dos de las cinco turbinas que serán instaladas en la represa Jorge Cepernic, una de las dos centrales hidroeléctricas previstas en el extremo sur de la Patagonia argentina.

La noticia devolvió al primer plano de la actualidad a uno de los proyectos de ingeniería más ambiciosos y polémicos que haya encarado Argentina en las últimas décadas: la construcción de dos centrales productoras de energía hidroeléctrica, la mencionada Cepernic y la represa Kirchner, sobre el río Santa Cruz, el único de Argentina que hasta ahora corría sin obstáculos desde los glaciares andinos hasta el océano Atlántico.

Ideado en los años 50, el proyecto de las dos represas se puso en marcha oficialmente en 2007, pero ha tenido un recorrido accidentado: su construcción no se inició hasta 2015 y una serie de obstáculos han interrumpido las obras desde entonces.

La represa Néstor Kirchner, también llamada Cóndor Cliff, de 73 metros de altura, cruzará el río a 180 km al oeste de la ciudad de Puerto Santa Cruz, mientras que la represa Jorge Cepernic, de 41 metros y también llamada La Barrancosa, se situará 65 km aguas abajo. Juntas, las aguas retenidas cubrirán unas 47.000 hectáreas de una meseta fría, ventosa y con escasas precipitaciones, pero rica en vida animal y vegetal.

Para las empresas a cargo del proyecto, la constructora china Gezhouba Group ―poseedora del 70% de las acciones― y las argentinas Eling e Hidrocuyo ―que poseen el 20% y el 10% respectivamente―, las centrales ofrecen múltiples beneficios, incluyendo generación de energía renovable, menor importación de combustibles fósiles, incremento del 15% de la energía hidroeléctrica generada en el país y generación de empleo.

A pesar de ello, una multitud de voces se ha alzado en contra del proyecto, rebatiendo sus posibles ventajas y su posible impacto en el medioambiente, en una disputa que todavía no se ha resuelto.

Iniciado entre 2007 y 2008, cuando los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner firmaron convenios y convocaron la primera licitación internacional para financiar y ejecutar las obras, el proyecto es ahora discutido por la Corte Suprema, que debe pronunciarse sobre una serie de demandas que pretenden impedir que continúen las represas, a pesar de que las obras ya llevan más de un cuarto de su ejecución.

vista de un río en un paisaje verde grisáceo
Vista del río Santa Cruz. Hasta la llegada de los proyectos de las represas, era el único río de Argentina que corría sin obstáculos desde los glaciares andinos hasta el océano Atlántico (Imagen: Gerónimo Cutolo / Aves Argentinas)

El río Santa Cruz, un ambiente delicado

El río Santa Cruz es la vertiente por la que desagua una cuenca de 25.000 kilómetros cuadrados que incluye dos lagos de grandes proporciones, el Argentino y el Viedma; y un significativo número de glaciares que ocupan el 40% de la superficie de la cuenca y forman parte del Campo de Hielo Patagónico Sur, tercera reserva de hielo del planeta por detrás de la Antártida y Groenlandia.

Los expertos sugieren que la dinámica cambiante de este sistema de hielo puede plantear problemas de seguridad y capacidad a las represas de Kirchner y Cepernic, con la posibilidad de que aumenten los volúmenes de agua que fluyen río abajo hacia ellas.

Un reciente estudio ha determinado que el glaciar Perito Moreno ―célebre y turístico debido a sus desprendimientos sobre el lago Argentino, y ubicado a unos 170 km al oeste de la represa Kirchner― ha sufrido un retroceso que algunos científicos estiman en 300 metros y otros lo extienden hasta los 700 metros entre 2020 y 2022, “lo que podría indicar que está experimentado cierta vulnerabilidad”, indica Gabriela Lenzano, investigadora en el Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA).

un glaciar con montañas detrás
El glaciar Perito Moreno, a unos 170 km al oeste de la represa Néstor Kirchner, forma parte del Campo de Hielo Patagónico Sur, la tercera mayor reserva de hielo del planeta. El glaciar ha estado retrocediendo en los últimos años, lo que indica que está experimentando cierta vulnerabilidad (Imagen: Fundación Vida Silvestre)

Sin embargo, el problema va más allá de solo el Perito Moreno, agrega Lenzano: “La pérdida de hielo en 28 glaciares de la cuenca del Santa Cruz fue de −1.44 metros por año entre 1978 y 2018. El retroceso del Viedma es alarmante desde 2015, con velocidades medias de 3,5 metros diarios y una pérdida de hielo frontal de 2,5 kilómetros cuadrados en los últimos siete años, equivalente a lo perdido en los 50 años anteriores”.

Guillermo Tamburini es geógrafo, glaciólogo y cartógrafo, ha estudiado el área donde se están emplazando las represas y cree que no se han analizado en profundidad los efectos que el derretimiento acelerado ―impulsado por el aumento de las temperaturas medias en el marco del cambio climático― puede provocar en el régimen fluvial del río, y por consiguiente en el rendimiento de las represas: “No está clara cuál va a ser la dinámica hídrica en este proceso de calentamiento global y deshielo acelerado. Tampoco qué eventos catastróficos pueden llegar a ocurrir”.

Si bien Lenzano aclara que “para analizar una modificación del régimen fluvial de una corriente debido al clima hay que contar con una serie de datos de aproximadamente dos décadas”, a Tamburini le alarma la posibilidad de que se produzca una trágica suma de factores: “Las situaciones en cadena no son tan inusuales como podemos creer”, asegura.

El impacto ambiental de las represas

Los últimos hallazgos relacionados con la evolución de los glaciares hicieron retroceder las miradas hasta 2016, cuando la Corte Suprema de Justicia de la Nación interrumpió las obras iniciadas un año antes debido a las falencias detectadas en el estudio de impacto ambiental, presentado en 2014. “Aquel estudio inicial incluía consideraciones de nivel amateur, teniendo en cuenta la magnitud de la obra”, sentencia Hernán Casañas, director ejecutivo de la ONG Aves Argentinas.

La Corte Suprema solicitó entonces a diferentes organismos nacionales la elaboración de informes que dieran más precisiones sobre temas como el tipo de suelo sobre el que se estaban construyendo las represas, el nivel de sismicidad en la zona o los posibles efectos que pudieran causar sobre lagos y glaciares, así como la elaboración de un nuevo estudio de impacto ambiental. “Por ejemplo, el informe del INPRES [Instituto Nacional de Previsión Sísmica] fue lapidario. Decía que no había estudios suficientes ni para empezar la obra ni para ponerla en funcionamiento”, subraya Sofía Nemenmann, de la Asociación Argentina de Abogados Ambientalistas.

No había estudios suficientes ni para empezar la obra ni para ponerla en funcionamiento
Sofía Nemenmann, Asociación Argentina de Abogados Ambientalistas

En 2018, un deslizamiento de tierras obligó a paralizar las obras en la represa Kirchner. “El problema es que está asentada en un área donde las rocas son demasiado blandas como para sostener el anclaje de los muros de un dique. Si se saturan de agua se desencadena un proceso de solifluxión, se disuelve el suelo y puede romperse”, explica Guillermo Tamburini. El accidente motivó un rediseño de la represa. Se redujo la cota máxima de altura, la cantidad de turbinas a instalar y la potencia de energía a generar.

Años después, en octubre de 2021, se redoblaron los temores. Un sismo de magnitud 5.5 en la escala Richter sacudió la zona de El Calafate, la ciudad más cercana al Perito Moreno y a la represa Néstor Kirchner, que se encuentra a 130 kilómetros de distancia. Sin embargo, no se registraron impactos en las obras de la represa.

La lista de daños a la biodiversidad y los ecosistemas de la estepa patagónica que las organizaciones ambientalistas indican que ya están provocando las represas abarca un sinnúmero de ítems. María Marta Di Paola, economista y consultora, los enumera: “Degradación y desaparición de sistemas acuáticos y aledaños, aumento de la erosión del río y afectación a la calidad y salubridad del agua; descomposición de biomasa y suelos inundados, aumento de emisiones de metano [de los embalses] y afectación de sumideros de carbono”.

Manuel Jaramillo, director general de la Fundación Vida Silvestre Argentina, añade un dato puntual y categórico: “Las represas van a impactar sobre 192 km de un río cuyos márgenes se van a inundar dejando bajo el agua un área que es aproximadamente dos veces la superficie de la Ciudad de Buenos Aires. Imaginemos la cantidad de vida de animales y plantas que se perderán sólo en ese procedimiento”.

dos aves blancas, negras y rojas nadando
El macá tobiano es un ave endémica que solo habita los ríos de Santa Cruz, y se encuentra en peligro de extinción (Imagen: Pablo Hernández)

Las represas y el tendido eléctrico de 170 kilómetros para conectarlas con la red eléctrica nacional podían provocar la extinción de especies emblemáticas como el macá tobiano (Podiceps gallardoi) y el cauquén colorado (Chloephaga rubidiceps), coinciden los especialistas consultados. El primero de ellos es un ave endémica considerada ‘monumento natural’, que solo habita los ríos de Santa Cruz y se encuentra en peligro de extinción. El cauquén colorado, declarado “en peligro crítico de extinción” en Argentina, fue incluido como especie afectada en el informe que la Administración de Parques Nacionales elevó a la Corte Suprema de Justicia en 2017, debido a que los choques de estas aves con los cables de alta tensión son una de las principales causas de muerte de ejemplares.

Las comunidades indígenas que habitan la región, fundamentalmente mapuches, ponen sus ojos en otras formaciones que quedarán sumergidas: alrededor de 170 sitios arqueológicos, de los cuales podrían ser rescatados alrededor de 30. “Al contrario de lo que sucede con el movimiento social que en un principio se manifestó muy contrario a la construcción de las represas y se ha ido diluyendo con los años, los pueblos originarios siguen discutiendo el impacto cultural y social que van a provocar las represas”, señala Kini Roesler, biólogo y coordinador del Programa Patagonia de la ONG Aves Argentinas.

En 2017, la comunidad mapuche-tehuelche Lof Fem Mapu, que habita en Corpen Aike, distrito donde se encuentra la desembocadura y el estuario del río Santa Cruz, demandó a los gobiernos provincial y nacional por el daño al patrimonio cultural, arqueológico, paisajístico e histórico que, según entienden, las represas provocarán en sus tierras, y solicitaron ser consultadas sobre la continuidad de las obras. El caso aún no ha llegado a una conclusión.

dos mujeres con ropa tradicional mapuche en una protesta
Mujeres mapuches en una protesta en Buenos Aires, Argentina. Las comunidades indígenas de la provincia de Santa Cruz, principalmente mapuches, están preocupadas por los sitios arqueológicos que quedarán sumergidos por los embalses de los proyectos hidroeléctricos (Imagen: Carolina Jaramillo Castro / Alamy)

Los promotores de los proyectos han intentado responder a estas preocupaciones, pero se han topado en gran medida con continuas críticas. El consorcio de empresas que respalda las obras sostiene que todas sus actividades se llevan a cabo “respetando el medioambiente, la biodiversidad y la protección de los recursos naturales.” En 2017 se publicó un estudio de impacto ambiental actualizado, pero fue cuestionado por investigadores por no considerar suficientemente el impacto sobre los glaciares.

En marzo de 2018, Diego Moreno, entonces secretario de Política Ambiental, Cambio Climático y Desarrollo Sustentable de la Nación, dijo que el proyecto “prevé amplias medidas de compensación, basadas en la superficie y hábitats que se perderían y en la evaluación del valor ecosistémico de estos sitios.” Sin embargo, el consiguiente plan de compensación ambiental por los impactos no mitigables del proyecto fue duramente criticado por las ONG.

La escala de los proyectos Cepernic y Néstor Kirchner

El complejo del río Santa Cruz está previsto que alcance los 1.310 megavatios, un volumen que excede las necesidades de los 330.000 habitantes de una provincia que, por otra parte, cuenta con tres parques eólicos, productores del 12,6% del total nacional en ese tipo de energía.

Tamburini plantea dudas sobre la lógica y necesidad de los proyectos, señalando otras inversiones que podrían ser más prioritarias. “Argentina pierde casi un 14% de electricidad por deficiencias en su red de distribución, cuando lo normal sería estar por debajo del 10%. Anuncian que las represas producirían un 5% del total de la energía del país. Si es así, ¿por qué no se invirtió muchísimo menos dinero en arreglar una red deficitaria que en construir nuevas centrales?”.

Pese a ser consultadas, ninguna de las empresas implicadas se prestó a conversar con Diálogo Chino acerca de esta y otras cuestiones relativas a las represas.

“Nunca fue una obra que tuviera urgencia energética, no es prioridad a nivel nacional”, afirma con contundencia Sofía Nemenmann. El estudio “Evaluación Expeditiva de Aprovechamientos Hidroeléctricos”, efectuado en 2006 por la empresa pública que hoy se denomina Energía Argentina (ENARSA), evaluó 30 proyectos hidroeléctricos del país teniendo en cuenta aspectos como rentabilidad económica, aspectos técnicos y ambientales. Las por entonces llamadas Cóndor Cliff y La Barrancosa quedaron ubicadas en el orden 11 y 19 de mérito, lo cual pone en duda sus niveles de importancia y viabilidad técnica.

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Las grietas en las paredes de la represa Néstor Kirchner, descubiertas en 2018, eran visibles desde satélites y provocaron la pausa de las obras. Ahora se estima que las dos represas estarán terminadas en 2028 (Imagen: Google Earth / Maxar Technologies)

Sin embargo, y salvo por algunas interrupciones debidas a hechos como el derrumbe de las paredes en la Néstor Kirchner en 2018 o discrepancias en los pagos de China al estado argentino, las obras nunca se frenaron. “En este tema, la grieta política no existe. Sea quien sea el próximo presidente mi sensación es que la obra va a continuar”, señala Cristian Fernández, abogado coordinador del área de asuntos legales de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN). 

El ultraderechista libertario Javier Milei, que se enfrentará en los comicios al actual ministro de Economía Sergio Massa en la segunda vuelta presidencial el 19 de noviembre, ha manifestado su oposición a realizar negocios con países que considera “comunistas”, como China o Rusia. Pese a ello, los representantes de las entidades que han luchado con más énfasis contra las represas ven pocas opciones de detener su construcción. “Sólo la inviabilidad técnica y económica puede frenarlas”, supone Jaramillo. “Ha sido una lucha entre David y Goliat y la sensación, lamentablemente, es de batalla perdida”, opina Hernán Casañas.

Las fechas originales de inauguración, entre 2021 y 2023, ya fueron sobrepasadas, y ahora se estima que la conclusión, incluyendo el relleno de los lagos, ocurrirá en 2027 o 2028. Un estudio de 2014 de la Universidad de Oxford analizó la construcción de 245 grandes represas durante 70 años en todo el mundo, y el resultado es que las demoras en la ejecución son de un 44% del tiempo previsto. En el caso de Santa Cruz, el retraso duplica esa pauta.

Energía Argentina, la empresa pública que monitorea el avance de las obras, informa que en la actualidad los trabajos en la represa Néstor Kirchner, ubicada aguas arriba, están avanzados en un 25%; en tanto que las tareas en la Jorge Cepernic se hallan al 40%. El proyecto hidroeléctrico más polémico y conflictivo jamás encarado en Argentina sigue adelante contra el viento de la Patagonia austral y las mareas de las protestas. Ajenas a todo, las turbinas que en agosto fueron embarcadas en Shanghai ya arribaron a las tranquilas aguas del sinuoso río Santa Cruz.