Negocios

Corrupción y crisis abren camino para el avance de China en América Latina

Los chinos ocupan el lugar que dejó la empresa constructora involucrada en el escándalo

La ola de corrupción que ha sacudido a América Latina durante los últimos años, sumada a la crisis económica, abrió una oportunidad para que las empresas chinas, que hace años que venían codiciando grandes proyectos de la región, adoptaran una posición más agresiva y para que, de una vez, intentaran entrar en esos emprendimientos, o hasta tomar el control de algunos proyectos.

China tiene intereses en muchos países de la región  y en los próximos 10 años invertirán US$500 mil millones, dice Charles Tang, presidente de la Cámara de Comercio e Industria Brasil-China (CCIBC), citando datos presentados por Xi Jinping, presidente de China, en Beijing in 2015. Esos intereses engloban diversas áreas, que van desde la agricultura y ganadería hasta el sector energético, además de grandes obras de infraestructura.

Los inversores apuntan especialmente hacia Brasil en donde hay grandiosos proyectos en fase de desarrollo y que, según Tang, recibirán US$20 mil millones por parte de China en los próximos 12 meses.

“El interés siempre existió, pero ahora es todavía mayor, porque Brasil está en liquidación”, resaltó Tang, haciendo referencia a la profunda recesión económica que vive el país, la más grande que haya tenido en las últimas décadas.

Los especialistas temen una embestida china en la región, sobre todo en lo relativo a proyectos de infraestructura, ya que muchas empresas tienen mala reputación en cuestiones relacionadas con el medio ambiente y derechos humanos.

“Cuando están involucrados el Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), los parámetros de salvaguarda son más rígidos. En el caso de las inversiones chinas, hay mucha preocupación porque no se sabe cuáles son los estándares.

Es una incógnita”, afirma Ailton Dias dos Santos, consultor del Instituto Internacional de Educación de Brasil (IEB). Dos Santos destacó que al menos se espera el respeto por la legislación ambiental de cada país. Sin embargo, en un momento en cual una gran parte de la legislación ambiental se encuentra en revisión y con una tendencia hacia su liberalización, se teme por las consecuencias.

“En términos de gobernabilidad, no soy optimista, el diálogo entre la sociedad civil y las empresas que llevan a cabo estos proyectos está empeorando”, dice Santos, advirtiendo una tendencia hacia el “liberalismo agresivo e imprudente”.

Políticas

Ricardo Verdum, investigador de la Universidad Federal de Río Grande do Sul (UFRS), señaló el componente político que existe en la toma de decisiones relativas a los grandes proyectos. Esto implica una serie de controversias que van desde las facilidades de préstamo – la mayoría de estas inversiones reciben algún subsidio del gobierno- hasta el proceso en el que estos proyectos reciben la aprobación del gobierno, generando sospechas sobre los procesos de concesión de licencias y daños ambientales.

Además, deben sumarse los efectos de las mismas obras, que convocan a un enorme flujo de trabajadores hacia la región, con la posibilidad latente de provocar conflictos de la tierra, violencia y hasta explotación sexual, si no se realiza un análisis adecuado de los impactos.

“La situación dependerá en gran medida de cómo actúen los sectores que se ocupan de las áreas de licencia y fiscalización. Si no existe una política firme, se corren grandes riesgos de seguir con un proceso de degradación e incluso más acelerado que el actual”, advierte Verdum.

Las cámaras de comercio de China en Brasil y Colombia reconocen que las empresas chinas tienen dificultades para hacer frente a exigencias ambientales rigurosas, pero aseguran que las empresas han contratado asesores especializados para cumplir con todos los requisitos.

Círculo cerrado

En Brasil hasta hace poco tiempo, la participación de empresas chinas en emprendimientos de infraestructura había sido impedida por un selecto grupo de constructoras nacionales de gran porte que ganaban la mayor parte de las licitaciones. Sin embargo, este escenario quedó en jaque tras la eclosión del mayor escándalo de corrupción que jamás haya ocurrido en la historia del país.

Bautizado como Operación “Lava Jato”, el esquema involucraba a representantes de la empresa petrolera estatal Petrobras, una de las más grandes del mundo, y de otras compañías estatales, del gobierno y de las principales empresas constructoras del país, cuyo objetivo era ganar licitaciones mediante el fraude y la sobrefacturación de obras.

A través del pago de coimas a representantes del gobierno, esas constructoras habían constituido una especie de “club” en el cual, en un juego de cartas marcadas, negociaban en forma anticipada cuál sería la empresa que ganaría las licitaciones. El esquema también incluyó acuerdos en los cuales las compañías vencedoras contratara a las perdedoras para ejecutar las obras.

“El problema es el siguiente: en Brasil, los grandes proyectos de infraestructura siempre se habían cerrado a la participación extranjera, con raras excepciones. Todo estaba bajo el control de las empresas involucradas en la Lava Jato. Entonces no había espacio para que otras empresas, principalmente extranjeras, participaran. Luego ante la caída de las grandes constructoras brasileñas debido a la Operación Lava Jato, todo se detuvo”, resaltó Tang.

Como consecuencia, Odebrecht, la empresa constructora más importante del país, puso en venta una gran parte de sus negocios en Brasil y en América Latina y los chinos están interesados en esos activos. Empresas chinas, entre otros grupos, están negociando, por ejemplo, la participación de Odebrecht en la Represa Hidroeléctrica de San Antonio, según le confirmó a Diálogo Chino la propia constructora, a través de una circular.

Según informó la prensa local, la división de infraestructura del grupo chino HNA está negociando la adquisición de la participación de Odebrecht en el consorcio que opera el Aeropuerto Internacional Tom Jobim (Galeão) de la ciudad de Río de Janeiro. El pago para la concesión alcanzaría aproximadamente unos 1.300 millones de dólares. Estos serían sólo son algunos de los proyectos.

Tang confirmó el interés de las empresas chinas en licitar participaciones de Odebrecht en varios emprendimientos. “Pero sólo después de un convenio de indulgencia (acuerdo por el cual la constructora se compromete a brindar apoyo en las investigaciones a cambio de una reducción en su pena). Nadie va a comprarle nada a una empresa involucrada en la Operación Lava Jato sin un convenio indulgencia”, resaltó Tang, refiriéndose a la homologación del acuerdo de indulgencia de Odebrecht con diversos organismos oficiales de control.

Lava Jato fuera de Brasil

Un movimiento semejante se deflagró en otros países de América Latina donde, también mediante la delación (también conocida como la figura del “arrepentido”), Odebrecht confesó haber obtenido la participación en proyectos a través del pago de coimas a los gobiernos de Argentina, Colombia, República Dominicana, Ecuador, Guatemala, Panamá, Perú y Venezuela.

En Perú, la China National Petroleum Corp. (CNPC) entró en la disputa para adquirir la participación mayoritaria de Odebrecht en el proyecto Gasoducto Sur Peruano. En Colombia, Power China negocia la compra de la constructora en el proyecto de navegabilidad del Río Magdalena a través de su subsidiaria Sinohydro, según afirman medios locales.

Según declaraciones de Jaime Suárez, director ejecutivo de la Cámara de Comercio e Inversión Colombia-China, en Colombia hay 70 empresas chinas. Asegura que no hay información sobre las negociaciones del proyecto del Río Magdalena, pero resalta que la concreción de este negocio podría representar un gran avance.

“El interés de China en Colombia viene aumentando, a pesar de su fuerte relación con Venezuela. Si China Power logra entrar en el proyecto, China contaría con la ventaja de que sus empresas tengan una mayor presencia en Colombia.

Las compañías poseen expertise, capital y tecnología”, afirma Suárez. Según Tang, la estrategia de inversión de China en América Latina se ha diversificado. Simplemente, pueden financiar el emprendimiento, actuar como proveedores de equipamiento y servicios, adquirir participación accionaria o hasta tomar el control del proyecto, que es el foco principal de las negociaciones en el ámbito del Lava Jato.

Las razones que llevan a los chinos a avanzar sobre el territorio latinoamericano también son diversas: la necesidad de exportar su excedente de capacidad, cuestiones de geopolítica internacional y la afirmación de su poderío como nuevo líder global.

Al igual que en Brasil, la adquisición de participaciones de Odebrecht en otros países también depende de la homologación de los respectivos acuerdos de indulgencia. “El interés existe, pero nadie va a comprar nada mientras el proyecto no vuelva a ser totalmente legal”, resalta Tang.

Sin embargo, los intereses chinos van más allá de las participaciones de Odebrecht. Zhejiang Electric Power Construction Co.(ZEPC), por ejemplo, está a punto de cerrar un acuerdo para entrar en la represa de Belo Monte, que podría culminar con la toma de control del emprendimiento, mediante un aporte de US$10 mil millones, según reveló a Diálogo Chino una fuente que sigue de cerca las negociaciones.

Electrobras está liderando las negociaciones, pero otros accionistas, entre los cuales se encuentran Cemig, Neonergia y fondos de pensión, también están interesados en deshacerse del activo, según la misma fuente. En este caso específico, la empresa está interesada en adquirir el control pero sin involucrarse en la parte operativa y ambiental, por lo menos por ahora. State Grid y China Three Gorges también estarían en la contienda.

A su vez, la empresa China National Nuclear Corporation (CNCC), está interesada en los proyectos de las usinas nucleares brasileñas de Angra 3 y Angra 4, y Shanghai Electric. La compañía está negociando con Eletrosul, subsidiaria de Eletrobras, las concesiones para la construcción de líneas de transmisión de energía en la región sur del país.

Tang dijo desconocer las negociaciones de ZEPC relacionadas con Belo Monte. Dicho sea de paso, mayormente, las negociaciones de las empresas chinas son mantenidas en secreto.

“Todavía pueden pasar muchas cosas. Tal vez estemos presenciando el inicio de las inversiones chinas en Brasil”, profetizó Tang.