Polución

Los desafíos ambientales para China

La capacidad de China para convertirse en una potencia ecológica mundial

La académica y escritora estadounidense Judith Shapiro se interesó por el medio ambiente chino mientras enseñaba inglés en la provincia de Hunan, a fines de la década de 1970. Allí se inspiró para escribir un libro sobre la degradación ambiental en la era de Mao. Ahora, profesora de política ambiental mundial, conversa con chinadialogue sobre su último libro.

chinadialogue (CD): ¿Cómo cambiaron las actitudes de China sobre el medio ambiente desde la última edición de su libro? [Se publicó una edición anterior en 2012].

Judith Shapiro (JS): Los chinos han perdido la paciencia frente a la gravedad de los problemas de contaminación, ya sea por los constantes “aireapocalipsis” y los cerdos muertos arrojados al río cerca de Shanghái, o los crónicos escándalos de contaminación de los alimentos. La emergencia de medios sociales y aplicaciones que no solo permiten a los chinos acceder a información detallada sobre la contaminación, sino también compartir sus propios datos han creado una revolución en la transparencia de la información ambiental. Los principales cambios en la nueva edición de China’s Environmental Challenges (Los desafíos ambientales de China) son un mayor foco en el impacto ambiental de la política China de “salida” [la estrategia gubernamental de alentar a las empresas a invertir en el extranjero] e información actualizada sobre las estrategias y los métodos disponibles para la sociedad civil ambiental china. Estos métodos comenzaron con técnicas estándar de “política de la información” adoptadas por Friends of Nature a mediados de la década de 1990 y han evolucionado para convertirse en métodos innovadores, como las aplicaciones de medios sociales. Las nuevas técnicas también incluyen el fenómeno con producción privada “Bajo la cúpula” (Under the dome) en marzo de 2015 y el uso de celebridades como Yao Ming para tratar de cambiar la cultura del consumo de aletas de tiburón. La participación de adineradas fundaciones chinas para tratar de resolver los problemas ambientales de ese país también demuestra un enorme cambio en el sentido de urgencia relacionado con los problemas y el empoderamiento de ciudadanos chinos de todos los ámbitos de la sociedad.

CD: Usted sugiere que los problemas ambientales actuales de China no derivan de los sistemas económico o político, sino de las limitaciones a la participación ciudadana y la libertad de la información. ¿Cómo está abriendo este espacio el creciente movimiento ambiental chino en la actualidad?

JS: Aún se mantiene una tendencia entre los responsables de las políticas y los científicos chinos a pensar los problemas ambientales como cuestiones técnicas que se pueden solucionar con mejores pruebas y controles de contaminación. En mis conferencias ante audiencias chinas hallé que el concepto de que la degradación ambiental es un problema politico – creado por seres humanos, con ganadores y perdedores – es muy reciente en China. Nociones como la justicia ambiental y el racismo ambiental, que exploran la forma en que los daños ambientales se están trasladando desde las poblaciones más poderosas a las más vulnerables, aún son muy nuevas en China. Creo que el pueblo chino todavía está intentando entender cómo participar mejor en el proceso político. Por ejemplo, los juicios de acción colectiva son una nueva frontera para la participación ciudadana. Los conflictos ambientales masivos continúan siendo extremadamente frecuentes, pero serían menos necesarios si hubiera mejores formas de tratar con la corrupción y la falta de respeto por las excelentes leyes ambientales chinas (actitudes que tan a menudo son la causa de los problemas).

CD: ¿Porque son importantes para el mundo los problemas de China?

JS: La huella ambiental china es sencillamente enorme… no exageramos cuando decimos que “lo que le pasa a China, le pasa al planeta”. Lo más obvio es el cambio climático. Actualmente, las emisiones agregadas de carbono de China son las mayores del planeta, e incluso en términos per cápita han superado a las de la UE. Afortunadamente los responsables de las políticas chinas entienden la enorme amenaza que el cambio climático implica para la seguridad nacional china. El aumento en la frecuencia de las sequías, inundaciones y tifones, el peligro que implica la elevación del nivel del mar para ciudades como Shanghái y Cantón, el riesgo de que el derretimiento de los glaciares del Himalaya tenga tal impacto sobre el nivel freático en el norte de China que enormes cantidades de personas deban ser desplazadas, todas esas amenazas son muy bien comprendidas por los líderes del país. Pero los problemas ambientales chinos también son importantes debido a que la nueva riqueza del país ha permitido a sus inversores comprar tierras agrícolas, minas, bosques, áreas pesqueras y otros recursos naturales en todo el mundo. La forma en que se lleven a cabo estas inversiones – si se consideran suficientemente o no las cuestiones sociales y ambientales – tendrá un gran impacto en el extranjero. Además, la capacidad de una creciente clase media para pagar por productos como el marfil proveniente de elefantes, las aletas de tiburón, etc., está diezmando la biodiversidad en muchas partes del mundo. Finalmente, muchos de los problemas ambientales de China tienen impacto regional, por ejemplo, la contaminación del aire con material particulado que se desplaza hacia el noreste de Asia, o la construcción de represas que afecta el flujo de importantes cursos de agua como el Mekong (e incluso, en el futuro, tal vez al Brahmaputra). Esto resalta el hecho de que el mundo debe preocuparse mucho por los problemas ambientales chinos. Idealmente, reconoceríamos que resolverlos nos beneficia a todos y trabajaríamos juntos para encontrar soluciones innovadoras. Tal vez algún día China diseñe un modelo de desarrollo alternativo que pueda inspirarnos a todos y señalar una nueva dirección que conduzca a la sostenibilidad intergeneracional.

CD: La justicia ambiental es otro tema clave en su libro. ¿China puede mejorar su propio ambiente sin desplazar la contaminación a regiones más pobres, ya sea dentro o fuera de sus fronteras?

JS: Esa es una cuestión fundamental. Me preocupa mucho que el llamado span (“sí, pero aquí no”) que algunos ven como una señal de que el despertar de la clase media china frente a los problemas ambientales (oponiéndose a los basurales e incineradores, las plantas de paraxileno [PX], etc.) simplemente puede desplazar los problemas a otra parte. Esto solo nos lograría demorar nuestra conciencia de los límites de los recursos de la Tierra y la capacidad del planeta para absorber nuestros productos tóxicos y desechos. En mi libro explico cómo se está desplazando la contaminación desde las ciudades más importantes hacia los suburbios, desde las ciudades hacia las áreas rurales, desde el este hacia el oeste de China, y desde China hacia el sudeste asiático, África y otros lugares donde la gente es demasiado pobre o políticamente débil —o las elites, demasiado corruptas – como para oponerse. Durante la cumbre “APEC Blue” (del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico) en 2015, cuando la provincia de Hebei estuvo bajo una enorme presión para limpiar sus contaminados cielos, se habló mucho de trasladar las empresas más contaminantes a África. Llamamos a este fenómeno “migración sucia” y es una muy mala noticia, no solo para los africanos, sino para todo el planeta.

CD: Ha habido mucho énfasis en el lado negativo de la huella china en el extranjero, ¿qué hay de las lecciones positivas que China puede ofrecer a otras economías emergentes, como India o Brasil, para los desafíos ambientales similares que enfrentan?

JS: Las empresas chinas, tanto estatales como privadas, enfrentan una dura curva de aprendizaje en lo que concierne a la inversión directa extranjera. Han empezado a entender que invertir en lugares políticamente inestables implica grandes riesgos. También han visto que, aún si un gobierno parece dar la bienvenida a la inversión, es necesario que quienes viven en la zona apoyen el proyecto y se beneficien gracias a él, o probablemente enfrentará resistencia o disturbios violentos. La idea de la participación comunitaria es difícil para los chinos, especialmente porque no tienen mucha experiencia de vida en el extranjero y en el trato con otras culturas. Creo que esta creciente comprensión es un avance positivo. Sin embargo, la idea de las investigaciones sociales y ambientales aún resulta onerosa para muchas empresas chinas, ya que no están acostumbradas a implementarlas cuando invierten en su país. Todavía está por verse si los nuevos bancos de inversión y organismos de asistencia liderados por China erosionarán las normas que el Banco Mundial se vio obligado a adoptar después de años de críticas.

CD: ¿China puede convertirse en una potencia ecológica mundial y liderar en la esfera de las tecnologías limpias y la innovación?

JS: China es líder mundial en energía solar y eólica, confío en que muchos chinos están trabajando en innovaciones que pueden generar enormes avances, pero la energía es un área verdaderamente problemática. Por ejemplo, ahora que se hace más foco en las energías “renovables”, muchos grandes proyectos hidroeléctricos vuelven a ser considerados y entre ellos hay algunos que los activistas esperaban que nunca se construyeran debido a su impacto sobre ríos prístinos, especies endémicas y ecosistemas frágiles. Pero, sí, ciertamente podemos esperar que China se convierta en una potencia ecológica mundial… y reconocer que si no lo hace, el planeta está en problemas.

CD: Usted ha escrito que el budismo, el taoísmo y otras ideas tradicionales no resuenan actualmente con fuerza entre los jóvenes chinos. ¿De dónde vendrán entonces las formas alternativas de vida y consumo?

JS: Según mi experiencia, algunos jóvenes chinos, como los jóvenes en todo el mundo, están comenzando a verse a sí mismos como ciudadanos del mundo. El mundo empieza a asemejarse menos a un juego “realista” de suma cero entre estados-nación competitivos y más a una comunidad global de personas cuyos intereses están básicamente alineados. Por supuesto, se trata de una imagen optimista y algunas fuertes tendencias nacionalistas, e incluso jingoístas, también son pronunciadas entre los jóvenes chinos. Pero veo que hay más chinos que cuestionan un modelo de desarrollo que enfatiza la posesión de objetos materiales. Debido a ello he visto un regreso a la agricultura familiar – incluso a la “agricultura de balcones” – énfasis en la agricultura orgánica, interés por la espiritualidad y la religión, y la búsqueda de una vida más significativa.

CD: ¿Cómo ve la evolución de la relación entre EE. UU. y China respecto de los temas ambientales?

JS: EE. UU. y China cooperan en temas ambientales desde hace mucho tiempo. Los anuncios sobre el cambio ambiental en el APEC por Xi Jinping y Obama son solo las expresiones más obvias de una asociación de larga data para los temas ambientales. A menudo los países que no coinciden en muchas cuestiones encuentran una causa común en el medio ambiente (el medio ambiente a menudo es la actual “diplomacia del ping-pong”). Sin embargo, EE. UU. puede hacer mucho más en términos de transferencias tecnológicas, inversiones y asistencia a China para que cumpla sus metas de emisiones de carbono. Por ejemplo, hay mucha experiencia en EE. UU. para aprovechar el mercado a través del uso de esquemas de comercio de derechos de emisión. Estoy segura de que China se beneficiará gracias a esa experiencia.

Ese artículo se publicó primero en chinadialogue.net